Después del almuerzo volvimos a acomodar todo en la camioneta, incluyendo una ración especial de vino y queso de parte de los padres de Michel. A la madre de Charles le había encantado lo que probó y prometió hacerles publicidad en Paris para subir sus ventas. Deseaba que muy pronto volvieran a restaurar ese lindo lugar.
Le daba un último paseo a los perros antes del regreso, Michel me alcanzó en el jardín.—¡Hey Aless!
—Michel... ¿seguro que te quieres quedar?
—Si muy seguro, ya llamé a mi jefe y me dio unos días más. Prefiero pasarlos aquí antes de irme y quién sabe cuándo volver.
—Me parece bien. — hubo un incomodo silencio, y es que debíamos hablar y resolver las cosas pero no queríamos ser el primero en lanzar la piedra. Pensé en arrancarme la bandita rápido y sin pensar. —Oye Michel, lo de anoche yo...
—No tienes que explicarme nada. Jacob ya me lo dijo todo. De hecho, desde que planeamos venir, el estaba pensando en hacerlo. Me lo confesó en el avión y yo le insistí que no lo hiciera, que era una muy mala idea, pero ya vez lo que hizo.
—Entonces... ¿ El de verdad me quería?
—Si desde hace mucho. ¿Ya se lo dijiste a Charles?
—No. Prefiero ignorar todo, dejarlo pasar.
—No significó nada para ti ¿verdad ?
—Michel, si no le doy tanta importancia al asunto, es por que no significó nada para mi. De lo contrario, podría hasta llegar a confundirlos y ya sabes que apenas se llevan bien. Imagínate que se entere Charles de lo qué pasó anoche...
—Entonces, ¿nunca le piensas decir?
—Quizá después, cuando ustedes estén a muchos pies de altura volando muy lejos de aquí...
Al ver a Charles haciéndonos señas que ya era hora de irnos, terminamos la conversación. Y llegamos a él sin decir más nada.
Charles manejó de regreso y su madre se sentó al frente para platicar con él en francés por supuesto.
Yo me quedé en la fila de en medio con Jacob. Cece y Kenzo subieron casi zombies quedándose profundamente dormidos hasta atrás.
Me puse los audífonos y saqué un libro para leer en el camino, aunque estaba más entretenida en la ventana observando el paisaje. A ratos miraba al frente y le guiñaba el ojo al chico atractivo que me veía por el retrovisor.
Jacob estaba pegado al celular, como que ignorándome. Tiempo después me fue enseñando algunas fotos de Instagram y al poco rato ya estábamos en una profunda conversación sobre cuales fotos subir en nuestros perfiles. También me enseñó otras que tenía en su cámara, eran todas preciosas.
—Esta es mi favorita— le dije señalándole una de todos bailando, el movimiento le daba un efecto borroso y bonito.
—¿Ah si? Pues la mía es esta... —movió los botones como loco buscando una foto ya de hace tiempo, cuando la encontró sonrió y me mostró su cámara.
Era una fotografía mía con la nariz roja por el frío, tenía un gorro de estambre, el pelo lacio pero desarreglado y sostenía dos vasos de cartón con chocolate caliente. Era de cuando estábamos en la pista de hielo de Nueva York. Yo había ido a comprar las bebidas y él había ido a dejar los patines, cuando volví me sorprendió con una foto a la que no pude evitar sonreír de sorpresa.
Era una foto perfecta, y no por que fuera mía, si no que había captado los copos de nieve cayendo, el vapor de las bebidas, la intensidad de mis ojos azules , mis incontables pecas y cada cabello se apreciaba sin necesidad de hacer aumento.
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Todo lo que buscaba
Romance¿Te ha pasado que los planes resultan mejores en tu mente que en la vida real? Yo era experta en desilusiones de ese tipo. Pensaba que la aparente vida de ensueño que me esperaba después de la graduación lo era todo para mi; hasta que descubrí el...