73. Hola Sophia

40 3 1
                                    

Obviamente no era el fin, perdóname por jugar con tus sentimientos.

Así que disfruta los siguientes capítulos que la historia continúa....

xxxxxxxxxxxx

¿Creen en las coincidencias?

Yo no. Hasta que un 9 de agosto del 2020, el día en que cumplía 24 años llegó al mundo la pequeña Sophia.

La vida de mi madre, la mía y ahora la de mi hija estarían completamente unidas hasta la eternidad.

Ver por primera vez a esa pequeña rubita rizada me cambio la vida. Se convirtió en mi motor y alegría. Y es que bastaba verla un instante para estar convencida que la palabra tristeza ya no existía en mi vocabulario.

Para los abuelos fue una montaña rusa de emociones. Ese día murió su querida hija, esa misma fecha había nacido yo, y ahora también su pequeña bisnieta. Además la situación no estaba como para dar brincos.

No nos faltaba nada, y siempre sobraba para compartir a quien tuviera necesidad en plena pandemia, pero el nacimiento en casa fue una tortura para ellos. Temían por mi vida, y como no estarlo en pleno parto natural y sin posibilidad de ir a un hospital por miedo a ser contagiados de ese virus.

Yo tenía dinero ahorrado y con lo que me había dejado Charles pudimos darle una cómoda bienvenida a ese sol rizado y rosado de centelleantes ojos verdes como los de su padre.

No podía estar más agradecida con la vida.

Bueno, no solo yo... todos querían estar con ella, atenderla, cuidarla, limpiarla o simplemente verla dormir largas horas y escuchar ese apenas audible sonido de su dulce respiración.

Yo seguía un poco preocupada por que al mes de su nacimiento seguía viéndome cachetona y con mil tallas de más; solo me gustaba como se veían un par de cosas, ojalá se me quedaran así por siempre.

Debo confesar que gasté decenas de libretas tratando de hacer dibujos de mi pequeña... y en todos veía reflejado el hermoso rostro de su padre.

Meses atrás lloraría, pero ahora Sophia me había hecho una mujer fuerte, y sabía que ella sería el cemento perfecto que sellaría mi vida, no dejaría ningún hueco en blanco, ni permitiría que se cayera ninguna pieza. Ella lo sería todo.

[...]

Una tarde en que Sophia recién se había dormido después de su baño recibí una llamada.

—Hey, hola Ales... ¿Cómo estás?

El acento italiano sobre el inglés  con el que la otra persona hablaba fue inconfundible. En ese momento me di cuenta cuanto lo extrañaba. 

—Hola Jacob...  me alegra mucho que me hayas llamado.

—¿Enserio?—  Créeme que también a mi... hace tantos meses que no te veo, ni escucho, ni nada... solo sé de ti por lo poco que nos cuenta Cece cuando llega ya muy noche a cenar.

—¡Pero si también le escribo a Michel!  Le he mandado cientos de fotos...

—Bueno, el pobre tiene el trasero con con forma de silla. El encierro le ha caído muy mal. Con decirte que ya no sabe cómo coquetear. El otro día fuimos a recoger la pizza a Pizzalopolis y no pudo conseguir gratis  queso extra...

Todo lo que buscabaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora