36. Mr Jacob Darcy

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Dato curioso: Es mi película favorita... Disfruten.

Estábamos en el dormitorio probándonos nuestros mejores atuendos para la actuación de Jacob en el teatro de Yale.

Cece se medía uno de mis pocos vestidos cortos. Se examinaba en el espejo si debía usar medias o dejarlo así. Más que por el clima, no sabía si Kenzo la dejaría seguir así el resto de la noche sin enviarla de vuelta a cambiarse.

Yo me terminaba de retocar el maquillaje cuando tocaron la puerta. Como Cece se retorcía para subir el cierre de la espalda, fui yo a abrir la puerta.

Lo que nunca esperé encontrar del otro lado fue a nuestra confiable y adorable asistente de la compañía, Mackenzie.

—Hola Alessa, buenas tardes. ¿No interrumpo?— Saludó animada.

—Para nada, pasa. Me da mucho gusto verte, ¿Vienes por lo de la cocina?, Pensé que lo arreglaríamos por teléfono para que no hicieras todo el viaje.

—Si Alessa. La verdad es que tu papá trabajaría hasta tarde y tenía miedo que me escuchara o viera algo, así que preferí venir. Además, vi en tu agenda que te ocuparías hasta más tarde.

Le señalé la sala y entró con toda la familiaridad del mundo, dando una mirada por todo el lugar.

—Perdona que te pida que todo esto sea confidencial. La verdad es que fue un accidente y no quisiera que papá me bombardee de preguntas.— Le confesé apenada caminando tras ella.

Al sentarse en nuestro sillón lleno de cojines de colores empezó a abrir su impresionantemente ordenado bolso. El sueño de cualquier mujer.

—Se aprobó sin problema el proyecto. Cuando le dije al departamento de remodelación que era una solicitud urgente de tu parte no pudieron decir que no. Estas son algunas muestras que se pueden adaptar a las medidas aproximadas que me hiciste llegar— Sacó su laptop y empezó a cargar los archivos de una memoria externa para mostrármelos —Sólo es cuestión que elijan una y llegue el primer pago para los materiales.

—Claro, que amables y lo del pago con mi sueldo del mes cúbrelo— Me enseñó su computadora y empecé a recorrer las proyecciones. Como le había dibujado la estructura original, pudo adaptar las ideas que siempre mostrábamos a los clientes en mis dimensiones.

—¿Segura? Puede que haga falta otro poco. Recuerda que van a hacer un trabajo muy elegante y moderno en poco tiempo, lo que implica horas extras.

—Entonces tómalo del pasado. Esta casi intacto, o de mis comisiones. Si preguntan en contabilidad porque, diles que yo ocasioné el accidente y debo compensarlo. Además con una caja de chocolates o frutos del bosque puedes comprar el silencio del contador. Por favor procura que el anonimato del cliente siga anónimo ¿Si? Ni una palabra a mi padre.

—Como desees Alessa. Me encargaré en persona que lo empiecen la próxima semana.

—Gracias Mackenzie te debo una.

—En realidad ya me debes varias... así que lo sumare a la lista.

Le tomé la mano en modo de agradecimiento. Era una de las personas de la compañía en las que confiaba más.

—Oye ¿y que harás el resto de la tarde?—Le dije volviendo a ver las proyecciones de su computadora.

—Amm no lo sé. Supongo que conducir a Hartford, cenar en el camino y  revisar el presupuesto del mes.

—¿No te gustaría ir al teatro?— Le pregunté entusiasta.

—¿Hoy? Alessa, las mujeres ocupadas como nosotras no tenemos tiempo para esas cosas.

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