26. Viaje a Nueva York

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La canción es grandiosa... No olviden escucharla.
Este capítulo está dedicado a la fan #1 de Jacob Rinaldi Artemisa_L   espero lo disfrutes hermosa.

Una camioneta negra de la compañía pasó temprano por nosotros.

Jacob estaba desvelado; lo convencí de que durmiera durante el camino  y así no se daría cuenta que en vez de ir a la casa de la abuela, íbamos rumbo al hangar familiar.
Cuando estábamos por llegar se despertó y me preguntó desorientado. 

—Ales, ¿A dónde vamos? ¿Por que se escuchan tantos aviones?

Me encantó ser yo quien le respondiera sonriente:

—A la mejor noche de tu vida.

En la pista ya nos esperaban a un lado del helicóptero Blake y papá; que hablaba con el piloto que nos llevaría a la ciudad de Nueva York.

Nos saludamos animadamente y acomodamos el equipaje. Jacob nos bombardeó de preguntas antes del despegue, las cuales ninguno respondió.

Cuando empezamos a elevarnos se dio por vencido y no despegó su cara a la ventana durante toda la hora de viaje.

Estaba fascinado, y papá de verlo también. Con el ruido no pudimos hablar mucho. A cada rascacielos que veía, me jaloneaba para viera lo mismo que él. Cualquiera pensaría que era un niño cumpliendo uno de sus más anhelados sueños, y aún no tenía idea que faltaba la mejor parte.

Nos tomó veinte minutos ir del helipuerto al lujoso hotel Plaza. Nos instalamos en nuestra enorme y acogedora suite. Papá aprovechó que estábamos en la ciudad para ir a una junta de negocios; le acompañó Jacob que moría por salir a recorrer la ciudad con su cámara fotográfica.

Al verlos juntos en el umbral de la puerta era la viva imagen de un padre con su hijo; sólo le faltaban a Jacob unos ojos azules para ser su digno reflejo. Quizá si yo hubiese sido un varón, nos veríamos así. Habría sido encantador. 

Blake y yo pasamos la mañana de compras. Les dijimos que nos hacían falta los detalles finales a nuestro atuendo de la noche. "Los detalles" se convirtieron en más de veinte bolsas y cajas elegantes de compras procedentes de media docena de tiendas. Nos excusamos diciendo que no todo era para nosotras; que quizá en alguna bolsa había algo para ellos y también para el pequeño Luca que estaba en casa con la niñera.

Los deliciosos pastelillos en el salón de té del hotel nos devolvieron las fuerzas que gastamos en la caminata. Bueno, también ahí planeamos la sesión de masaje y belleza para la tarde. 

El tiempo con Blake pasaba tan rápido que no te daba oportunidad de aburrirte; siempre tenía algo entretenido que hacer o decir. Aunque era lo más cercano que tenía a una madre, prefería considerarla como una de mis mejores amigas. El que quisiera estar conmigo por elección y no por deber, la hacía más especial para mí.

Terminamos justo a tiempo nuestra "glamorosa"  terapia femenina. La buena noticia era que ya estábamos casi listas. Sólo había que ponerse el vestido, zapatillas, joyas, perfume y un buen abrigo.

Cuando llegamos a la habitación los chicos ya nos esperaban forrados en su impoluto smoking; se veían guapísimos. Seríamos las mujeres más envidiadas de la noche por ir del brazo de acompañantes tan apuestos.

Era usual que deambulara por ahí algún reportero esperando capturar algo sobre los huéspedes de tan importante hotel, y nosotros no fuimos la excepción. A papá le molestaba que a pesar de ser una ciudad más grande y poblada que Hartford, hubiera menos privacidad. Siempre decía que no se arrepentía de vivir tan lejos de importantes negocios; la tranquilidad de su familia era lo primero.

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