63. Sophia & Christopher II

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Prepárense....

Christopher

Estábamos en su dormitorio escuchando música. Yo estaba recargado en sus enormes almohadas y ella en mí. Ella dibujaba y yo trataba de imitar lo que hacía.

Otra vez plasmaba el marco de una ventana de madera azul con vista al mar y unas rocas que hacían espuma con el choque de cada ola.

Siempre que tenía una perfecta hoja en blanco dibujaba lo mismo. Era como si tratara de inmortalizar la misma imagen tratándola de hacer cada vez más perfecta; obviamente yo no era tan buen artista como ella; pero ese paisaje lo conocía tan bien a través de ella que sentía que ya había estado ahí; algo así como un deja vú.

—Alessa, ¿Algún día me llevaras a ese lugar?

—¿ A donde "Blue Eyes"? — preguntó con voz baja sin despegar el lápiz de su ancha libreta de dibujos.

—Ahí — le señalé su dibujo con la punta de mi lapicero.

—¿Al lugar del dibujo? ¿No te había dicho que es la ventana de mi recámara?

—No preciosa, quizá se lo dijiste a tu otro novio.

Segundos después ella se giró de a mi con expresión ofendida.

—Yo no tengo otro novio "Blue Eyes"— balbuceó mi sobrenombre entre dientes.

—Si me llevas a ese lugar olvidaré que me confundiste con el otro. — le solté con sonrisa socarrona.

Me fulminó con la mirada y volvió a su dibujo rellenando el mar con trazos bruscos. Después de un par de minutos con voz dulce me dijo.

—Me encantaría llevarte, pero apenas tengo dinero para mi boleto de avión de ida; y aún me falta completar para el regreso.

—Eso no es problema; yo compro los boletos; sólo llévame. — le hice un puchero de niño.

—Pero ¿Qué va a decir la distinguida "Jane Edevane" que su único hijo no pase navidad con sus padres para irse a una empolvada isla en Grecia?

—Bueno, si no se entera puede que no lo sepa hasta el regreso...

—Ay no Christopher; no quiero que me vuelva a disparar con la mirada.

—No tiene por que... Yo te defenderé de ella.

—Ay Blue Eyes; si ni tu mismo no puedes contra ella, ¿Cómo le vas a hacer con alguien más?

—Yo ya veré como... Pero de algo si estoy seguro... que estaré ahí a fin de año con mi hermosa novia.

—Tuya y de nadie más...

Le  quité con cuidado su libreta del regazo, la puse en la mesita de noche para que se girara a mí. Ella no tardó ni medio segundo en llegar a mis labios. Me besó con intensidad, como si fuera el último.

Ella siempre era así; disfrutaba al máximo cada segundo como si tuviera sus días contados; que tontería...

Sophia

Ya tenía diez minutos esperándolo tal como habíamos quedado,  fuera de mi dormitorio. Me preocupaba que sus padres no le hubieran dado permiso; aunque me aterraba más la idea que no le interesara hacer el viaje como antes creí.

Me prometí que si en los próximos dos minutos no llegaba, llamaría a un taxi y me iría sin mirar atrás. Pero no fue necesario, llegó corriendo. Estaba agitado, y sus mejillas tan rojas como manzanas.

Todo lo que buscabaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora