Al salir de clase me sentía tan diferente. Era como si al poner un martillo y clavos en mis manos podía hacer todo lo que yo quisiera.
La despedida con Jacob fue fácil, él tenía junta con el club de teatro, y yo debía ir al dormitorio a cambiarme los zapatos, el bolso y untarme varias capas de maquillaje.
Abrí la puerta y estaba Cece con Kenzo muy cariñosos en la sala; al escuchar el ruido de la puerta se separaron, pero era obvia la situación. Se separaron de un brinco, estaban aterrorizados como si hubiese entrado la mismísima madre de Cece. Siempre con los del grupo mantenían cierta misterio en su relación para no ponernos en aprietos cuando se enojaban.
Cuando llegué a la habitación cerré la puerta de un golpe y rápido boté los tenis y me senté en la cama para calzarme las zapatillas que esperaban en el piso.
Al minuto Cece entró apenada a la habitación.
—Amiga enserio lo siento, pensé que de tu clase irías directo a Hartford.
—Perdóname a mí por enfriar el momento— Le dediqué una sonrisa burlona —sólo pasé de rápido por esto, y eso— señalé las zapatillas y después el estuche de emergencias lleno con maquillaje; al ver a donde señalaba, Cece de inmediato me vio la cara.
—¿Oye qué pasó? Si saliste perfecta en la mañana.
—Milo Danes— Gruñí enojada, como si al verlo pudiera destrozarlo con las manos.
—Oh no, otra vez ese imbécil...
—La historia termina mejor que como empieza, pero en la noche te lo cuento todo ¿Vale?, por ahora sólo quiero llegar a tiempo con papá.
—Claro amiga, te deseo mucho éxito— me dio un abrazo y me despidió en la puerta del dormitorio.
Ya en el auto subí el volumen de música para concentrar. Cantaba algo de Radiohead a todo pulmón y en los escasos semáforos me dio tiempo de retocarme lo suficiente para no parecer una cría.
La emoción por la junta con papá junto con el frío viento que apenas entraba por la ventana me hizo ir olvidando el amargo encuentro de la mañana.
[...]
La verdad es que yo no me consideraba una persona caprichosa o muy exigente con los chicos, aunque no podía negar que si los analizaba un buen rato antes siquiera de salir "casual". Cuando eres un Edevane no puedes confiar en cualquier persona.
En fin, yo sólo era una chica que aunque parecía muy ocupada en asuntos de escuela y trabajo, en el fondo de mi corazón si deseaba tener una relación estable con alguien maduro, cariñoso, detallista y por que no, hasta divertido; alguien para desconectar del exterior; alguien que fuera sólo mío y estuviera siempre para mi.
No niego que si han habido oportunidades de iniciar algo así. Lamentablemente la que siempre fallaba en las relaciones era yo, con todo lo que quiero hacer con mi vida no les podía dedicar mucho tiempo y siempre se cansaban de esperarme. Siempre deseé tener el super poder de dividirme y darle Alessas a todos los que quisieran algo de mi.
Ya más relajada y arreglada me estacioné frente al lugar. Desde fuera se veía que era un restaurante muy elegante; el valet me recibió el auto, subí unos cuantos escalones y entré. Llegando a la recepción, estaba a punto de dar el nombre de papá cuando vi que ya me estaba esperando; al verme se puso de pie y me hizo un saludo con la mano, caminé lo más civilizado y rápido posible hacia él y nos fundimos en un tierno abrazo.
Me tomo de las mejillas y me lleno la cara de besos rasposos por la barba. Yo no dejaba de reírme mover la cara para evitar la incomoda barba. No le veía desde hace varias semanas y siempre él exageraba con sus saludos.
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Todo lo que buscaba
Romance¿Te ha pasado que los planes resultan mejores en tu mente que en la vida real? Yo era experta en desilusiones de ese tipo. Pensaba que la aparente vida de ensueño que me esperaba después de la graduación lo era todo para mi; hasta que descubrí el...