10. Inesperado Encuentro

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Ya se, Ya se; puede que la historia vaya algo lenta y aun no se perciba quien cambiara la vida de Alessa, pero créanme, ustedes ya lo conocen, y todo, TODO, tiene un por que.

Gracias por no desistir de esta historia...

Y... GRACIAS POR SEGUIR AQUÍ.





"Pi-Pi-Pi-Pi"

Estúpida alarma, hoy entro tarde... ¿No te lo dije?

Traté de conciliar el sueño otra vez, pero ya despierta me era imposible.

Me levanté a ver como estaban los huéspedes. Cece era una piedra. Me alegró ver que la alarma no la había despertado, porque si no estaría de muy mal humor todo el día.

Jacob estaba acostado alado de Kenzo. Supongo pensó que dormía en su cama King Size y se cayó al dar una vuelta. Lo bueno que cayó en terreno blando. No pude resistirme y les tomé una foto. Esta era de las que después valdrían oro.

Como seguramente amanecerían con resaca, les dejé una botella de agua junto con aspirinas cerca a cada uno para cuando despertaran.

Aún era temprano y ya quería hacer cosas. Tomé silenciosamente una sudadera calientita de Yale y una lycra térmica para salir a correr. Me cambié en el baño y salí enérgica a saludar a  un nuevo día.

"Sweet Child O Mine" armonizó mi camino a la pista. Era muy interesante descubrir a quienes te encontrabas corriendo temprano. Me salí de las calles del campus y fui más hacia el centro de New Haven. La ciudad a esta hora era hermosa. Ver los primeros rayos de sol colarse entre las ramas pelonas de los árboles era una experiencia digna de foto.

Me sentía renovada, demasiado feliz. Tanto que saludaba a cualquiera que se cruzara en mi camino. Sin darme cuenta, mis pasos me condujeron a la cafetería en la que había estado ayer por la noche con Milo Danes.

Naturalmente de noche lucía más romántica, aun así; de día se apreciaba mejor la decoración clásica. Sin pensarlo entré.

—Buen día señorita— Me saludó amablemente la misma señora de anoche.

—Hola, buen día. Me atrajo un increíble aroma desde una cuadra atrás— No mentía, todo el lugar estaba inundado por el delicioso perfume de la mantequilla, nueces, canela y muchas cosas más que no pude identificar... De imaginar que sería, sentía que ya estaba salivando.

—Seguramente son nuestros roles de canela— señaló a la puerta de atrás, tal vez era su cocina— en unos minutos salen del horno. ¿Quiere esperar?

—¡Por supuesto! También voy a querer varios vasos de café muy cargados. ¿Se podrá? —Pregunté apenada.

—En seguida estarán listos— Y la hábil mujer puso manos a la obra.

Di un  par de vueltas por el lugar. Y por más extraño que sonara, aquel lugar te transportaba varias décadas atrás. Traté de imaginar a la generación escolar de mi padre o incluso la de mi abuelo pasando largas horas aquí. No era muy grande. El lugar conformado por un puñado de mesas y un par de gabinetes acojinados de piel marrón definían lo acogedor del lugar.

Más que mantequilla o café, este lugar olía a un hogar. Estaba inmersa analizando la pared de retratos de los momentos felices que habían pasado aquí, cuando la señora me preguntó:

—¿Ha venido antes? Su lindo rostro de me hace familiar.

Giré desprevenida y sonrojada. Traté de no delatar que anoche, aquí mismo había pasado una excelente noche con Milo Danes.

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