18. Semana de Prueba

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"Oh, you look so beautiful tonight
In the city of blinding lights"

Al escuchar la inconfundible canción de U2, todo el salón giró a verme y yo salí corriendo de clase del profesor Charles Richmond a contestarle a papá. El usualmente no marcaba en horario de clases, así que debía ser algo importante.

—¿Hola?, cariño... ¿No interrumpo? —Preguntó papá susurrando.

—No, papi, estaba en clase, pero ¿Todo bien?

—Sí, sí. Lo lamento. Solo quería preguntarte que le podría obsequiar a Jacob como agradecimiento por lo del proyecto.

—Amm, no lo sé. Recuerda que él es el consentido de su padre, así que quizá tenga todo lo que quiera.

—Ya se, por eso se me hace tan difícil...

—Espera— Le interrumpí, recordé que ni los más afortunados lo tenían todo. —¿Sabes que le hace muy feliz? El teatro. Regálale boletos para alguna obra o algo así. Creo este fin de semana hay algo en el Lincoln Center, quería ir sólo que se le complicaba viajar a Nueva York.

—De eso yo me encargo. Tú encárgate de que no se ocupe y yo hago el resto. ¿Ok?

—¡Ok!

Cuando entré de vuelta en el salón vi que todos tenían un trozo de papel con algo escrito.

—Bien chicos. Investiguen los derechos y obligaciones según el papel que les haya tocado y el viernes será nuestro debate; recuerden que el equipo ganador se llevará créditos extra. Ya pueden irse.

Le pregunté a Jacob que había pasado, él solo me dijo que le preguntara al profesor y se despidió porque tenía junta en 5 minutos con el club de teatro, abrazó su mochila y corrió como si estuviera en un partido de fútbol americano.

Fui la última en formarme en la fila de los chicos y chicas que se despedían del profesor. Cuando fue mi turno él supo a que había ido, y no fue precisamente a darle las buenas tardes.

—Supongo viene por esto.— Hizo una sonrisa torcida y levantó mi papelito de su escritorio y me lo dio con las puntas de los dedos.

—Exacto. Gracias— Lo tomé y pensaba guardarlo en el bolsillo del pantalón para después, pero me veía tan intrigado que tuve que abrirlo ahí mismo frente a él.

—¿Qué le tocó?— preguntó impaciente.

—Trabajador.— dije y lo giré para mostrárselo.

—Sospecho que usted preferiría estar del lado del patrón.

Me gustaba ver su sonrisa juguetona cuando hablaba conmigo. Además que tuviera los dientes tan bien alineados y cuidados, era algo que siempre me atraía de los hombres.

—Pues sospecha mal. Es evidente que le falta mucho por conocerme.— enarqué la ceja con aspecto retador.

—¿Cómo qué?— levantó sus cejas sorprendido.

—Como que por más que mi apellido este grabado en cientos de construcciones, yo sigo siendo una empleada más. Con decirle que hay empleados con más privilegios que yo. Mi horario de trabajo es muy amplio, tanto que incluye los fines de semana y estoy segura que soy la única que no tiene oficina propia.

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