50. Graduación

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"Pi- pi- pi- pi"

—¿Enserio Cece? ¿Tenías que programar el despertador tan temprano?

—Lo siento Ales, es una pequeña venganza por los años y años que llevas despertándome de madrugada.

Cece estaba sentada en el borde de mi cama sosteniendo el reloj cerca de mi cabeza.

—Lo hice por tu bien— le balbuceé enojada tratando de alejarla con torpes manotazos.

—Pues yo también te estoy despertando por tu bien... ¡¡Hoy es la GRADUACIÓN!!— se dejó caer en mi cama y pataleó de la emoción.

Me abrazó con gran energía y empezamos a reírnos como dos recién salidas del manicomio.

El día tan esperado por fin había llegado.

No sé qué recordaría más de este día, si lo especial del momento o que Cece se había levantado antes que todas; incluso escuché que le ayudó a peinarse a una de las chicas con las que nunca logró llevarse bien.

Yo fui la última en ducharme y quedar lista, con la desvelada de la noche anterior que había valido mucho la pena, me costó estar totalmente despierta.

Horas después, todas íbamos de un lado a otro del dormitorio modelándonos nuestras mejores ropas, aunque cualquier cosa que nos pusiéramos estaría oculta bajo la toga; aún así, la sensación fue única.

Ya estaba lista en bata para no arrugar tanto mi vestido cuando tocaron la puerta. Llegó un repartidor a dejar un gran florero con lirios violetas. Lo tuvo que dejar en el suelo de tan pesado que estaba por el jarrón de cerámica.

Una de las chicas encontró la nota y aunque las tres estaban impacientes por que la leyera frente a ellas preferí reservarme su contenido sólo para mí. Cuando llegué a la habitación la abrí y decía:

"Lamento no poder estar contigo hoy. Aún así compartiré tu dicha desde la distancia. Sólo unos días más y pronto seremos sólo tú y yo"

Con amor, Charles.

La noche anterior ya me había dicho que el rector le había exigido estar en el podio con todos los demás directores, y después de ahí tenía compromisos en celebraciones con las fraternidades. Obviamente yo le dije que le entendía y que no me molestaba en absoluto; sino todo lo contrario, me enternecía que Charles tenía la punta de un pie dentro y el resto de su cuerpo fuera para que en cualquier momento pudiera echar a correr.

En verdad esperaba verlo de lejos... me bastaba mirarle un segundo para tener un gran día.

Los chicos llegaron al poco rato a nuestra habitación para que les ayudáramos con el corbatín y un ligero toque de maquillaje en los casi invisibles granos. En cuanto estuvimos listos corrimos para el lugar donde nos darían los birretes togas y nos asignaran nuestra posición.

Nos detuvimos a posar en algunos lugares, unas fotos eran de lo más serias y otras fueron divertidas; hasta en una los chicos nos levantaron como si fuéramos costales dándonos vueltas de la emoción. Le atribuiría toda la culpa a la toga por las arrugas del vestido cuando me inspeccionara a la abuela.

Llegando al punto de reunión nos despedimos y fuimos con nuestros respectivos grupos. Jacob y yo éramos los únicos que nos graduaríamos juntos.

Para poder llegar al gran jardín donde se había dispuesto el podio con los directivos y la infinidad de sillas para los asistentes; todos los graduados hicimos una gigantesca fila que parecía un mar de manteles negros.

Al dar la hora empezó el desfile seccionado por cada colegio de la escuela. Desde la distancia se escuchaba el estruendoso barullo de la multitud emocionada.

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