57. ¡... por un mundo más verde!

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Charles tuvo que hacer algunos viajes a Baltimore por el contrato que tenía con el equipo de beisbol , dejándome absoluto control sobre los planes de nuestro casamiento. Me sentía muy emocionada por tener algo que hacer y entretenerme; claro, también por lo que implicaba ese día. Lamentablemente también se tuvo que ausentar el día de la inauguración de mi primer y quizá único proyecto.

Cuando llegó el día de la inauguración de la galería ecológica, Jacob estaba tan nervioso que tuvo que pasarle la plancha de vapor tres veces  a su elegante traje azul por que se le arrugaba de tantas vueltas y vueltas que daba mientras me esperaba en la sala; antes que le diera una cuarta salí casi lista, en el camino me daría un toque final. Jacob manejó más rápido de lo usual en su hermoso e italiano regalo de graduación.

Llegando tratamos de contener la emoción al ver la imponente estructura desde la distancia. Era como si vieras una madeja de barras metálicas sobre un triangulo ladeado, pero estando justo de frente era un hermoso reloj de arena con corona. En su azotea estaban instalados sutilmente los paneles solares, de tal forma que nadie desde el exterior los viera. En los pocos muros que habían las paredes estaban cubiertas con plantas y el resto del edificio estaba hecho de acero con cristal.

En la entrada había un pequeño camellón rodeado de plantas; ahí pusieron una alfombra verde de pasto sintético para la llegada de los invitados. Estaba tan emocionada cuando llegamos que me reprimí al instante en que levanté la mirada a la terraza central con vista a la avenida.

Jacob se sorprendió cuando le tomé el brazo  con desesperación como si estuviera a punto de desmayarme; levantó la vista a donde yo miraba fijamente y también le sostuvo una mirada ruda al hombre que nos miraba. Christopher Edevane. Este ignoró al entrevistador dejándolo con el micrófono extendido mientras escudriñaba cada paso que dábamos y hasta que entramos a la galería lo perdimos de vista.

Ya estaba consciente de que en algún momento nos volveríamos a ver; pero no esperaba tanta aspereza de su parte. Se suponía que la ofendida era yo, ¿Verdad?

No quería mentalizarme a ignorarlo como si no me importara; finalmente era mi padre y me había todo lo que estuvo a su alcance, de alguna manera yo ya lo había perdonado en mi corazón; aun así con tan sólo recordar lo de aquella noche dolía, lastimaba el hecho de recordar que él seguía encadenado a las órdenes de mi abuela; a ella si prefería ignorarla o me empezaría a doler la cabeza.

Entrando, al pie de las escaleras principales estaban Rick y Joshua encantados saludando a todos los invitados que iban llegando. A pesar de la amarga llegada, me sentía profundamente feliz por ellos; después de todo habían confiado su gran proyecto a una simple chica.

—¡Hey chicos! Pensamos que habían llegado con los otros Edevane!— Saludó Rick acercándose emocionado.

—¿Otros Edevane?— le preguntó Jacob a Rick mientras se daban la mano

—Bueno, con Christopher y la Sra. Blake Edevane.

—¿De casualidad viste a mi abuela?— le pregunté con más miedo del que esperaba reflejar.

—No, nos dijo tu padre que ella amaneció con un dolor extraño en las rodillas.

Joshua terminó de hablar con unos invitados y se integró a la conversación. —Edevane, Rinaldi, ¿Por que tan solos?

—Preferimos no llegar con los otros Edevane- murmuro Jacob.

—No quiero ni imaginar por que...— dijo Joshua mirando de reojo mi hermosa sortija en la mano; ordenó sus ideas y amable nos saludo con un sincero abrazo.

Rick llamó a un fotógrafo y capturaron un hermoso recuerdo que prometieron colgar en algún lugar especial.

Los dejamos seguir recibiendo a todos y fuimos a caminar por ahí. Jacob tomó un par de copas de vino blanco, me entregó una y saludábamos amablemente a quienes nos encontrábamos hasta que anunciaron que podíamos ingresar al auditorio principal.

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