45. Hogar.

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Pasaron otras semanas y nos fuimos dando cuenta que el fin de año se acercaba a gran velocidad.  Todos estábamos bastante ocupados.

Cambiamos nuestras salidas nocturnas a sesiones de estudio en los dormitorios. Los chicos se aprovechaban de que el nuestro era más grande y cómodo así que constantemente nos reuníamos todos aquí para hacer nuestras cosas. Incluso el descarado de Jacob se trajo su restirador y varias mudas de ropa por si se le hacía tarde. 

También papá colaboró con la presión haciéndose cargo del proyecto de Rick y Joshua sólo por unas semanas, aunque prácticamente ya estaba listo.

La verdad es que lo más relajante de mi semana era ir a trabajar a la cafetería, había tardes de locura, pero cada que doblaba mi mandil antes de retirarme me sentía tan útil y satisfecha conmigo misma que valía la pena sentir todo ese cansancio.

Y con los últimos acontecimientos de la empresa, en la familia se respiraba ligera tensión. A la abuela le había parecido un acto totalmente osado lo que hice con mi fideicomiso, y aunque papá siempre trataba de resaltar que sin eso habríamos perdido más, la imagen de niña imprudente que tenía la abuela sobre mi tardaría bastante tiempo en borrarse.     

Lo bueno es que papá no le había comentado lo de mi sospecha con su querido sobrino Hugh o podía irme despidiéndome de la vida. 

Aun así, con los planes de la gala anual que ella organizaba a nombre de Edevane Construction Company siempre mejoraban su humor, eso de hacer fiestas esplendorosas era lo suyo.

Era jueves por la noche. Luca y yo mordisqueábamos nuestro último trozo de carne cuando la abuela dijo:

—Por cierto nieta, tienes que decirme los nombres y direcciones de tus invitados para enviarles su invitación, y hacer la tarjeta personalizada para los asientos.

—Serían los mismos de siempre, incluida la familia de Jacob, los italianos.

—Claro, la familia Rinaldi ya está, y también los padres de Cecilia Williams por supuesto;—dijo poniendo los ojos en blanco dando a entender que era obvio que invitaríamos al gobernador —¿entonces serian ellos, el asiático y el francés?

—Kenzo y Michel abuela.

—Bueno, ellos. ¿Quieren sentarse todos juntos?

—Si abuela, no sabemos qué rumbo tomaremos después de la graduación, así que eso haría la noche aún más especial.

—Como tú digas. No obstante, las mesas son de ocho y ustedes son de cinco, ¿Con quién la llenaremos?  —Preguntó ansiosa y yo ya sabía a donde quería llegar.

—Bueno, Cece y Kenzo irán juntos, Jacob llevará a alguien, supongo Michel también y yo... —sentía que me temblaba tanto la voz como el ojo al empezar de hablar de Charles ahí en su casa, como si con pensarlo pudiera leerme la mente; "Sólo suéltalo Alessa"Y yo también.

Todos levantaron la mirada del plato, hasta el pequeño Luca se quedó sorprendido.

—¿Alessa no estas bromeando verdad?— preguntó la abuela con contenida emoción.

Negué con la cabeza y le hice una sonrisita traviesa. La abuela desde hace mucho quería verme con novio, en especial en esas cenas porque todas las señoras le hacían cientos de preguntas sobre mi vida personal; y al escuchar que iría acompañada, era como música para sus oídos.

—Entonces... ¡permítanme!

Se levantó corriendo por su carpeta donde tenía todo sobre el evento.  Movió bruscamente su plato para poder recargar en la mesa esa extensa  carpeta y añadirlo. Todos nos reíamos por su indiscreta emoción.

Todo lo que buscabaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora