No olviden escuchar las cancioncitas; esta es perfecta para carretera.
Charles tenía la cualidad de ser tan prevenido como una ancianita. Ya tenía sus cosas listas, así que cuando le dije la idea de adelantar su viaje para poder ir juntos no lo pensó ni un segundo.
A la mañana siguiente pasó por mi ya que había dejado la camioneta en su casa. Acomodó perfectamente todas nuestras cosas en el maletero, incluyendo las cosas de Stella, Charles la llevaría con él.
Antes de partir tuvimos que esperar al encargado de la remodelación de su cocina para entregarle las llaves de su casa y dejar que hicieran su magia en unos pocos días.
Lo que debieron ser cinco horas de camino, junto a Charles se hicieron menos de una. En un tramo de la carretera maneje yo, sin embargo, después de algunas paradas de emergencia por Stella y sus repentinos mareos, Charles retomó el lugar tras el volante.
Me gustaba girar a verlo. Contarle las canas rebeldes que se asomaban despiadadamente entre su barba color caramelo de hace ya varios días. Con el brillo de la carretera sus ojos irradiaban una luz espectacular. Y su delgada sonrisa aparentemente tímida, ocultaba travesura; ya que a ratos descuidados me daba algún pellizco o me hacía cosquillas.
Me sentí tentada a hacer uno de mis usuales momentos de karaoke como con Jacob. Y no es que no me sintiera en total confianza con Charles, es solo que no quería que se arrepintiera de salir conmigo al escucharme cantar a Adele con extraños sonidos semejantes a los aullidos.
Mientras más nos acercábamos a Maryland, más olía a mar. Mi cabello fue tomando una forma interesante con la humedad del ambiente, y el tibio viento que entraba por la ventana también hizo de las suyas.
El estar más cerca del destino significaba que pronto nos despediríamos y quien sabe hasta qué día nos volveríamos a ver. Le extrañaría bastante, no obstante; le extrañaría aún más si él estuviera a cientos de kilómetros de mí.
Llegando a su hotel le insistí que se quedara con la camioneta, no obstante se negó; dijo que se estaría moviendo a pie o en taxi; y que la mayoría de sus juntas podrían ser en el hotel así que no habría problema.
Además, cada vez que yo tuviera un tiempo libre podría moverme para encontrarnos por ahí. No muy convencida acepté.
Comimos juntos y por la tarde llegó la dolorosa e inevitable despedida.[...]
En el proyecto de construcción, habían adaptado en un espacio abierto y empastado para el campamento de campers; que no era más que cinco camiones estacionados en fila, una planta eléctrica, una planta de agua y algunas mesas de picnic con sombrillas. A menos de cincuenta metros estaba el mar.
Seguro la vista en las mañanas desde aquí era muy hermosa. Fui a dejar el resto de mis cosas al camper que compartiría con otras tres chicas.
Ellas ya estaban cambiándose la ropa de trabajo para ir a pasar el resto de la tarde en la playa. Seguro Jacob también estaría entre ese animado grupo.
Me invitaron a ir a ver el anochecer en la playa, pero prefería ir a buscar a Milo; con la regañina del día anterior, de seguro no estaba muy contento conmigo, y bueno él seguía siendo el profesor.
Conforme me fui acercando al terreno despejado para la construcción, vi que ya habían instalado la bodega llena de los materiales que usaríamos por los siguientes días, las bases metálicas con llantas donde irían las casas móviles, la maquinaria pesada estacionada y la oficina improvisada del director de construcción.
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Todo lo que buscaba
Romance¿Te ha pasado que los planes resultan mejores en tu mente que en la vida real? Yo era experta en desilusiones de ese tipo. Pensaba que la aparente vida de ensueño que me esperaba después de la graduación lo era todo para mi; hasta que descubrí el...