53. Gala Edevane (Parte 3)

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Para continuar leyendo y disfrutar al máximo de tu lectura debes hacer tres cosas:

1.- Estar en un lugar tranquilo.

2.- Reproducir la canción en la que está inspirado este capitulo.

3.-Leer lento y dejar volar tu imaginación.

Si sigues las pequeñas instrucciones lo vas a super disfrutar.

P.S. Thanks!

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Hablaba con Mackenzie de las formas en cómo suavizar las cosas con la abuela días después de la fiesta, cuando una mano suave y firme me ofreció bailar una canción lenta, casi sensual. Mackenzie me animó a aceptarla sin importar lo que pensaran los demás; feliz la acepté.

Unas pocas parejas también se unieron.

Nos acercamos a la pista. Antes de empezar acomodé una mano en su cuello y la otra él  la tenía bien sostenida para dirigirme.

Al principio dábamos pasos lentos balanceando el cuerpo de un pie a otro, sin dejar de mirarnos fijamente, y es que con esos ojos esmeralda tan brillantes cualquiera se podía perder.

Su presencia transmitía tal tranquilidad que de un momento a otro sentía que todo el mundo a nuestro alrededor había desaparecido. Era como estar flotando en un sueño; sentí que éramos la cenicienta y su príncipe azul dando vueltas por la pista entera.

Cuando el saxofón resaltaba más que otros instrumentos, él no dejaba pasar el momento de subir o bajar la mano por mi cintura sin tocar de más; ojalá no se hubiera limitado, aún así sólo él podía notar como me hacían sonrojar sus travesuras.

Al sentir sus manos dirigiendo todo mi cuerpo a su ritmo no pude evitar relajarme y dejarme llevar. En pequeños cambios de ritmo me sorprendía con una vuelta bien calculada haciéndome llegar siempre dentro de sus fuertes brazos  para después continuar al vibrante ritmo de la canción.

Incluso cuando llegó a cambiar por completo la atmosfera tranquila de la canción, él ya sabía con qué paso seguir y convertir el bailar a su lado toda una experiencia.

En un instante me hizo acelerar, caminar hacia atrás, girar, soltarme y hasta dejar suspendidos nuestros brazos en el aire acercándolos lentamente a los del otro. Había momentos que de verdad no sabía a donde o como me llevaba y con sólo mirarle me daba la seguridad que necesitaba para disfrutar cada segundo dejándome llevar.

Estaba tan cerca de mí que moría por besarle, sus ojos le delataban el mismo deseo.

Ojalá la canción hubiera sido más larga, no me cansaba de sentirlo, verlo, respirar su delicioso aroma y dejar palpitar mi corazón a la misma velocidad que el suyo.

Por lo qué tal como se aceleraron todos los instrumentos de la canción, en una fracción de segundo se tornaron lentos de nuevo. Aprovechaba que tenía las manos en su cuello para acariciarle el cabello y la parte suave de piel tras sus oídos. Sólo con sentirlo me haría la idea de que esto de verdad pasó.

Al terminar la canción una oleada de aplausos nos devolvió a la realidad. Nos desconectamos de esa increíble ilusión y con la respiración entre cortada nos sonreíamos extasiados por uno de los mejores momentos de nuestras vidas.

De vuelta a los asientos me apenó darme cuenta que de verdad habíamos sido los únicos en esa pista. Las otras parejas desistieron.

Ojalá alguien nos hubiera grabado, aunque bastaba cerrar los ojos para revivirlo una y otra vez.

En la mesa los amigos nos recibieron como si fueran nuestro club de animadores, hasta Kenzo hizo unos chiflidos bastante fuertes ganándose algunas miradas desaprobatorias de otros invitados.

Todo lo que buscabaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora