70. Charles

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(Absolutamente todo es narrado desde Charles Richmond)

¿Un bebé?

No sé como se le ocurrió a ella tal cosa, pero un bebé es lo que menos encajaba con nuestro matrimonio.

Éramos nómadas, viajando de un lugar tras otro disfrutando de nuestro amor en lugares espectaculares. Teníamos más de lo necesario, lo único que nos faltaba era añadirle horas a cada día, las veinticuatro horas que ya tenía no nos eran suficiente.

Estando con ella me sentía un hombre nuevo, uno que podía volver a lograr cosas que creía lejanas. Me daba tanta energía y vida...

La amaba tanto... pero considerar ver nacer crecer una parte suya fusionada con una mía me aterraba. No es que no lo quisiera , o que no deseara ser más joven para vivir a la par todo lo que ella quería hacer.

Me esforzaba con todas mis fuerzas por ignorar nuestra diferencia de edad, se que ella también le restaba importancia, pero EXISTÍA. Y era inevitable impedirle el paso al tiempo.

Sin embargo, por ella haría lo que fuera, todo por verla completa y feliz. Aún si eso incluía muchos pañales y biberones sucios.

Pasé la tarde hablando con mi madre del tema. Ella como una gran persona me dijo que yo no era tan grande y que cada vez son más comunes los matrimonios como el nuestro, y que incluso hay quienes son padres pasados los cincuenta.

No se que haría sin mi madre. Le prometí que en cuanto regresara Alessa hablaría con ella y me pondría a trabajar en agrandar la familia.

¿Yo padre otra vez? No podía negar que me hacía ilusión la posibilidad.

(...)

Ya era noche. Caminaba con Stella para relajar tanta emoción. Sonreía como bobo imaginando ver crecer su vientre, comprando cosas pequeñitas, y el momento en que el o ella vieran la luz.... poder sentir su piel suavecita  o poder cuidarlo durante el día mientras Alessa dormía.

Quería vivirlo todo. No me quedaba mucho tiempo, y si lo perdía pensando en cosas negativas nunca disfrutaría las grandiosas.

Ella se lo merecía, mi preciosa Alessa se merecía una vida llena de dicha y yo le daría toda la que pudiese.

Ya era hora de entrar, la noche refrescaba y ansiaba preparar la recámara en el "modo romántico" que tanto le gustaba a ella.

No obstante pasaron otros perros y Stella se puso de juguetona. Se comunicaron entre ellos y cuando se fueron mi perra me dio un fuerte jalón.

Me di la vuelta tratando de mantenerla quieta, sin embargo lo que vi me paralizó el corazón...

Alessa, mi querida esposa, besando a Jacob Rinaldi.

Yo ya sabía que era el dolor. El físico y emocional. Pero eso... Eso fue morir en vida.

Mirarlos de lejos, no ser parte de la escena y darme cuenta que tampoco hacía falta.

En cuestión de segundos se podía analizar la realidad y el duro golpe de ella noqueaba dejándote sin nada.

Yo no podía darle a ella nada que valiera la pena.

El tiempo y el amor estuvo siempre cerca de ella y claro, seguro estando con un vejestorio como yo le abrió los ojos.

Si tan solo lo hubieras hecho antes; antes de enamorarme.

Jale fuerte de la correa de Stella y caminé de vuelta al edificio. La perra  reconoció a Alessa a la distancia y le empezó a ladrar.

—Shhh; calla Stella. Ella ya no nos quiere más.

Todo lo que buscabaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora