Dia 49°

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CAMERON

- Nick dame eso- dije señalando mi celular. 

- No, tú éstas más cerca. 

- Nick por favor. 

- Cam...- se levanta poniéndose frente a mi, cubriendo la televisión- Estoy triste. 

- No estés así, le queda media hora al partido... estoy seguro que ganaremos- dije e hice una seña para que se moviera. 

- Cam, Anya me gusta... y mucho- dijo  mirándome con sinceridad.  - Ve y dile eso. 

- Ya lo hice...- se sentó de nuevo escondiendo su cabeza entre sus manos, lo miré. 

- Estoy casi seguro que se le pasará el enojo y todo entre ustedes volverá a estar bien. 

- ¿Tu crees?- pregunta mirándome. 

- No- dije riendo, Nick vuelve a cubrir su cabeza- Estoy bromeando- reí- Ve de nuevo a su casa, quizás ya no esté tan enojada como ayer.  Me miró por unos segundos y se levantó, sin decir nada caminó al espejo, se arregló un poco el cabello y salió por la puerta sin decir una palabra.  Tomé mi celular y revisé si había algún mensaje o alguna llamada perdida, no había nada. Busqué el contacto de Tarah y marqué sin pensarlo dos veces.  La voz adormilada de la chica sonó al otro lado de la línea, sonreí al escuchar su voz. 

- ¿Hola? 

- Hey, ¿dormida aún? 

- Un poco, anoche me dormí tarde intentado que Anya dejara su enojo. 

- ¿Y lo lograste? 

- Si, un poco- ríe suavemente. 

- ¿Tienes pensado hacer algo hoy? 

- ¿Además de dormir...?- se detiene unos segundos- Tengo que ir al supermercado, mis padres se fueron pero me dejaron la lista ¿Quieres acompañarme? 

- Claro, será una linda cita comprando alimentos- dije riendo. 

- Te espero en una hora- contesta de la misma manera que yo. 

- ¿Tanto?- suspiré. 

- Tengo que bañarme, alistarme y maquillarme. 

- Joder...- dije con una falsa sorpresa- Tarah James se bañará y se maquillará, eso es realmente sorprendente. 

- Eres un idiota- dijo riendo. 

- De igual forma te gusto. 

- Imbécil...voy a cortar la llamada y haré lo que te dije segundos atrás. 

- ¿Me colgaras? 

- Si, del cuello si no llegas en cuarenta minutos.  La llamada finalizó y miré a mi alrededor. Mi madre estaba parada en la puerta con su mirada fija en mi. Me levanté del sillón y me acerqué a ella. 

- ¿Es la misma chica de siempre?- pregunta. 

- Si- respondí. 

- ¿Vendrá?- negué con la cabeza- Hazme un favor- dice mientras busca su cartera. 

- ¿Qué? 

- Compra una botella de Tequila...- Me extiende el dinero. 

- Mamá... 

- Toma el dinero- dijo seria- Iré a dormir un rato. 

- Mamá soy menor de edad, no me venderán alcohol. 

- ¡Ay, por favor Cameron!- levanta la voz- Se que compras alcohol para ir o hacer fiestas, así que deja de actuar y ve por la maldita botella- dice cansada. 

La apuesta de los 100 días (Sin Editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora