Día 4

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Me levanté gracias al horroroso calor que estaba haciendo, entré al baño de mi habitación y me miré al espejo, por suerte no me quedó ningún moretón o algo que mostrara lo que había pasado ayer. Hice todas mis necesidades para luego bañarme y salir a vestirme.

Ayer por la noche después de todo lo ocurrido me había marchado sin avisarle a alguien, en la madrugada tenía mensajes y llamadas perdidas de mis amigas.

Golpeé por segunda vez la puerta de la casa de los Beckett y no hubo ni una señal de gente activa en esa casa, la ventana que queda justamente arriba de la puerta principal es la de la habitación de Gemma y sin otra opción comencé a lanzar pequeñas piedras a la ventana. Lo único que conseguí fue que me abrieran la puerta que había estado tocando como loca desesperada hasta el cansancio.

— ¿Tarah? — preguntó un Timothée adormilado.

— Timothée ¿Se encuentra Gemma?

— Si, está dormida, ¿Por qué estás aquí tan temprano?

Suelto una risita causando que él frunza el ceño, confundido.

— Son las dos de la tarde — lo miré con una sonrisa de lado.

Tim llevaba un pantalón de pijama a cuadros verdes y sin nada en la parte de arriba, mis ojos no pueden evitar bajar ligeramente hacia su tonificado abdomen.

— Oh — dice y suelto una pequeña risa burlona, él me hace una seña para que pase — Está en su habitación — sonríe — ¿Tienes una buena excusa del por qué me dejaste solo ayer?

— Lo siento, te fuiste a hacer pis y yo solo me fui por ahí — dije encogiéndome de hombros y sonriendo inocentemente.

— Me dejaste con ganas de seguir bailando — sonrió mientras cierra la puerta.

— Yo también quería seguir bailando, pero ¿Por qué no bailaste con Anya?

— Uhmm...bueno — se acercó a mí, quedando a centímetros de mis labios — ella no es mi tipo.

Sonrío por su confesión y sin más subo a la habitación de Gemma.

Timothée era dos años mayor que yo, sin embargo, a él parecía no importarle esto ya que flirteaba conmigo lo que casualmente aumentaba la posibilidad de tener algo con él.

Llegué al pasillo donde estaban todas las habitaciones y entré, Gemma parecía estar aún dormida, así que como buena amiga que soy me tiré encima de ella y al instante se despertó.

— Idiota estaba soñando que Dylan O'brien me pedía matrimonio — dijo empujándome de la cama.

Me caí al suelo y comencé a reírme como foca retrasada, a los segundos Gemma me hizo segunda.

— Ay, Gemm ¿Por qué tu hermano es tan atractivo y tiene una personalidad tan perfecta? — dije acostándome a su lado.

— Porque mis papás se tomaron su tiempo para hacerlo — respondió lo más seria que pudo, pero terminó soltando una carcajada para después mirarme — ¿Dónde te metiste ayer, mujer? Estábamos preocupadas por ti.

— Tengo que decirte algo — hablé seria.

— ¿Qué pasa? — preguntó preocupada.

— Cameron — dije y ella se sentó para poder escucharme mejor.

— ¿Te hizo daño?

Pude ver una pizca de miedo en sus ojos.

— No — negué con la cabeza, bajé un poco la mirada recordando la pelea de la noche anterior — cuando llegué lo estaban golpeando, hice todo lo que pude para tratar de que pararan, pero terminé siendo empujada y con un corte en mi labio — señalé la zona y Gemma examinó mi labio para ver si tenía algún daño.

— Está rojo y un poco hinchado — murmura tocándolo, suelto un jadeo de dolor.

— La cosa es que luego de todo el problema me dijo que llamara a su hermano, no sabía que tenía hermanos.

— ¡¿Qué?! — exclamó la rubia con sorpresa.

— Cameron tiene un hermano — sonreí de lado — me hizo llamarlo y luego llegó.

— Genial, uno para ti y otro para Leah — comentó riendo.

— Ja, Ja, que chistosita me saliste — le respondí sarcástica — Estaba pensando... — me interrumpió.

— A la madre ¿Tú piensas?

— Si, mi reina, no soy como tú. — ambas reímos — escucha, estaba pensando, tengo cien días ¿cierto? — dice que si con el dedo índice.

— ¿Cuentan los días que no lo veo?

— Tienes que hacer todo lo posible por verlo si pierdes un día será tú culpa.

— Son unas perversas — dije bufando.

— ¿Te hizo daño?

— No, él trató de ayudarme cuando él chico universitario me tiró.

— ¿Qué harás el lunes cuando lo veas?

— Si él no tiene los pantalones para hablarme lo haré yo.

— Recuerda que tienes que cambiar su forma de pensar.

— Lo sé. — dije pensativa.

— Aunque parece que tienes interés en otra persona — habló sonriendo.

— ¿Quien?

— Mi hermano, tonta — susurró para que Tim no nos escuchara — cuando te fuiste no quiso seguir bailando.



Llegué a mi casa luego de visitar a Gemma y mi mamá estaba preparando la cena. Luego de hablar y hacer todas las cosas familiares me fui a mi habitación para ponerme a pensar que perdí otro día en el cuál pude haber conquistado al idiota de Buchanan. 

 

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La apuesta de los 100 días (Sin Editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora