Prólogo

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—Entonces, él solo la quería para eso y ella como tonta aceptó su cita – nos contó mi amiga para después darle una mordida a su galleta oreo – Tania fue demasiado ingenua, creyó que él en verdad quería salir con ella sin liarse.

—Y nos cuentas esto ¿Porque...? — pregunté sin interés alguno en el tema, la pelirroja en frente mío soltó un bufido.

—¡Porque son unos idiotas!

—Any, no es por ser grosera, pero, no nos interesa lo que pasa con Tania, no somos ella ni si quiera somos sus amigas — aclaró Gemma.

Anya se había pasado tan solo cuarenta y cinco minutos hablándonos de los idiotas que eran los tres chicos populares y más hablados de toda la preparatoria.

—Gemma, Tarah, Buchanan ha invitado a Leah a una "cita" — Anya hizo comillas en cita — y déjenme les recuerdo que Leah, si es nuestra amiga.

Ni mis amigas ni yo soportábamos al Trío Popularmente Pendejo, mejor conocido como los "TPP" Estaba conformado por Noah Simpson, el callado y atractivo, Dante Ackerman, el deportista niñito de papi y Cameron Buchanan, el típico chico malo que además era deportista, se rumoreaba que participaba en cosas peligrosas para obtener dinero fácil. Ellos se habían liado con casi, si no es que toda, la preparatoria, y nos preocupaba, bueno a Anya, que hicieran lo mismo con Leah, aunque conociendo su reputación.... creo que era más que obvio que Buchanan no solo quería ir a tomar un café con ella.

—Yo digo que son unos idiotas — opinó Sophia.

—Te apoyo totalmente, Soph — le di un sorbo a mi café — Además no podemos hacer nada para evitarlo.

—Podemos advertirle a Leah — sugirió Gemma.

—No funcionará, está loca por él, al igual que todas las chicas del condado.

Anya soltó un bufido molesto.

—No sé qué tanto les ven a esos idiotas, yo bien podría liarme con alguno de ellos y al final del día terminaría dándome absolutamente lo mismo, solo son unos chicos, no la gran cosa — dije yo.

Mis amigas se vieron entre ellas y después soltaron una sonora carcajada.

—Sus encantos te atraparían — dijo Anya limpiándose las lágrimas que le salieron a causa de la risa.

—Nah, lo dudo — hice una mueca.

—Claro que lo harían, Tar — dijo Soph y después puso una sonrisa malévola — Aunque.... si estás tan segura que sus encantos no te atraparán.... podemos apostar.

Lo último llamó mi atención.

—Si, además así podrían dejar de jugar con las chicas — comentó Anya.

—¿Apostar qué? — ignoro a Anya.

—No lo sé ¿Qué quieres apostar?

Esbocé una gran sonrisa al pensar en mi venganza.

—Quiero que sean mis esclavas.

Ellas me miraron como si hubiera dicho que One Direction en verdad iba a volver.

—¡Estás loca! — exclamó Gemma.

—Si, pudiste escoger otra cosa como.... - Anya se puso a pensar que decir — Dinero.

—O comida — le siguió Soph.

—O chicos — finalizó Gemma.

—Suena interesante — dije como si lo considerara — pero aun así quiero mis esclavas — traté de sonar lo más seria posible.

Ellas se miraron entre sí y después asintieron al mismo tiempo.

—¡LO DECÍA EN BROMA! — exclamé con horror — No puedo creerlo ¿Ustedes en verdad pensaban que perdería mi dignidad?

—No nos jodas, Tarah, ni dignidad tienes — bromeó Anya causando que mis otras dos amigas se rieran.

—Bueno, bueno, hipotéticamente hablando — habló Soph — ¿A cuál de ellos escogerías?

—No pienso hacer esa absurda apuesta — contesté negando con la cabeza y manos.

—¡SOLO DINOS A CÚAL ESCOGES! — exclamaron al unísono.

—A Buchanan — contesté harta, era obvio que, si no decía un nombre, ellas no me dejarían en paz.

Mis amigas parecían complacidas con mi respuesta.

—Vamos, Tar, hazlo — suplicó Anya.

—Si, Tar, no lo hagas por nosotras, hazlo por todas esas chicas que fueron humilladas por ellos — dijo Gemma tratando de convencerme.

—Bien, bien, lo haré.

Rodé los ojos y ellas celebraron. 

Anya levantó la mano como niña pequeña llamando nuestra atención.

—Tengo una idea, para hacerlo aún mejor, qué tal si lo enamoras y luego le rompes el corazón, sería como probar una cucharada de su propio chocolate.

—Es buena idea — dijo Gemma.

Solo lo hago por las chicas que fueron usadas y humilladas, me repetí a mí misma.

—Okey.

—Y solo tendrás cien días para lograrlo — comentó Soph.

Empiezo a toser ya que me estraguñé con el agua.

—¿¡Cien días!? Es muy poco — renegué.

—Así es, bella, tú pones el precio, yo las reglas — sonrió triunfante — Tick, tack, Tar, el tiempo corre desde ahora.

—Hey, lo que no pensaron es que Leah se enfurecerá con nosotras — hablé preocupada, no quería que mi amiga se enojara conmigo por robarle al chico que le gustaba.

—Lo entenderá, yo hablaré con ella — me tranquilizó Gemma.

—¿Hablar conmigo de qué? — preguntó Leah llegando.

—Leah — dijo Soph nerviosa.

—¿Hablar conmigo de qué? — volvió a insistir mientras tomaba asiento a mi lado.

Ay joder ¿En qué me he metido? 

Ay joder ¿En qué me he metido? 

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La apuesta de los 100 días (Sin Editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora