El timbre resonó por toda la escuela, y Anya y yo nos mezclamos con la multitud que llenaba el pasillo. Sentí cómo su brazo rozaba el mío mientras caminábamos en silencio, rodeadas de conversaciones y risas.
—Tarah, necesito decirte algo —empezó Anya, sin mirarme.
—¿Qué pasa? —le pregunté, intrigada.
—Conseguí el número de Timothée, y voy a hablarle. ¿Te molesta?
—¿Qué? ¿Conseguiste su número? —pregunté, aún procesando la información.
—Sí, y voy a escribirle. ¿Te molesta? —repitió, esta vez con un toque de sarcasmo.
—No, claro que no —dije, tratando de ocultar mi sorpresa.
—¡Genial! —respondió con una sonrisa—. Por cierto, ¿qué planes tienes para hoy?
—Nada emocionante, ¿y tú?
—Pensaba en ir por algo de tomar. Tal vez puedas invitar a Timothée.
—¿Cuándo? —interrumpió una voz familiar desde atrás.
Me volví, y ahí estaba Cameron, con su típica expresión segura.
—¿Perdón? —preguntó Anya, desconcertada.
—Sucede que Tarah ya tiene planes conmigo, así que dudo que pueda invitar a Timothée a salir hoy —dijo Cameron con una sonrisa juguetona.
—¿Qué? —Anya me miró, esperando que le aclarara las cosas.
En ese momento, recordé que había olvidado completamente mi compromiso con Cameron. Había planeado irme a casa a descansar después de clases, pero ahora tendría que acompañarlo.
—¿No le dijiste a Anya sobre nuestra cita? —preguntó Cameron, con fingida indignación.
—¿Cita? —repitió Anya, todavía más confundida.
—Sí, Anya —respondí finalmente—, saldré con Cameron después de clases.
—¿Y le dijiste a Timothée? —preguntó Anya con un tono travieso.
—Sí, Tarah, ¿le dijiste? —añadió Cameron, mirándome con una sonrisa.
—No, pero ¿qué importa? No es una cita de verdad —respondí, cruzándome de brazos—. Tú mismo dijiste que no te gustan las citas.
Cameron se encogió de hombros, sonriendo con aire despreocupado, y luego se dio la vuelta para irse.
—¿Por qué no le dijiste nada? —preguntó Anya, mirándome con curiosidad.
—Porque no es importante para mí.
—Tal vez para Timothée sí lo sea.
—No lo creo. Solo vamos a comer algo y ver películas —dije, levantando una ceja—. No es lo que estás pensando, pervertida.
Anya estalló en carcajadas, pero asentí con seriedad.
—Y prefiero que nadie más se entere de esto, ¿vale? —agregué, decidida.
—De acuerdo, queda entre nosotras —respondió Anya, aunque los rumores parecían tener otros planes. Para el final del día, el colegio entero sabía que "Cameron llevaría a Tarah a su casa", y las especulaciones no tardaron en volar. Según los chismes, pronto sería "una más" en la lista de Cameron. Pero yo sabía que no sucedería nada... o al menos eso esperaba.
—¿Nos vamos? —preguntó Cameron, poniéndose su casco mientras me esperaba junto a su moto.
—Sí —dije, subiéndome detrás de él.
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La apuesta de los 100 días (Sin Editar)
Romance¿Qué pasaría si tus amigas y tú hicieran una apuesta para humillar a uno de los playboys de la preparatoria? Pues eso hice yo junto a mis amigas. Debo enamorarlo en cien días, pero yo no debo enamorarme. se rumorea que él es peligroso y a mi me gust...