Días después de la fiesta, la rutina en la universidad se había convertido en un ciclo monótono. Las clases, los trabajos y las interacciones con Anya eran mi día a día, pero en el fondo, la sombra de Cameron seguía presente, acechando mis pensamientos y momentos de tranquilidad.
Era una mañana soleada cuando decidí que necesitaba aire fresco. La luz se filtraba a través de las ventanas de nuestra habitación, y el canto de los pájaros afuera me invitaba a salir. Anya estaba en el baño, preparándose para ir a clases, así que aproveché para ponerme unos pantalones cómodos y una camiseta, decidiendo que un paseo por el campus podría ser justo lo que necesitaba.
Al salir, el aire fresco me envolvió, y respiré hondo, intentando dejar atrás la angustia que me seguía. Caminé por los senderos del campus, observando a mis compañeros reír y socializar, llenos de energía. Me preguntaba cómo podían olvidarse tan fácilmente de sus problemas. Por un instante, desearía poder hacer lo mismo.
Al llegar a la zona de césped, donde algunos estudiantes estaban sentados disfrutando del sol, me senté en un banco, tratando de relajarme. Sin embargo, mis pensamientos rápidamente se desviaron hacia Cameron. Su mirada herida y su doloroso reproche resonaban en mi mente, como un eco que nunca se apagaba.
De repente, sentí un golpe suave en mi hombro. Al darme la vuelta, vi a Mike, quien me sonreía con esa calidez que siempre me hacía sentir un poco mejor.
—Hola, ¿qué haces aquí sola?— preguntó, sentándose a mi lado.
—Solo necesitaba un poco de aire fresco— respondí, intentando que mi voz sonara más animada de lo que me sentía.
—Entiendo. A veces es bueno desconectar un poco. ¿Te gustaría dar una vuelta por el campus?— sugirió, su sonrisa sincera era contagiosa.
Asentí, y juntos comenzamos a caminar. Mientras recorríamos el campus, Mike mencionó la fiesta.
—Oye, ¿te acuerdas de la fiesta en la que nos conocimos?— preguntó, sus ojos brillando de curiosidad.
—Sí— respondí, recordando la mezcla de emociones de aquella noche. —Fue... un torbellino. Un poco loco, la verdad.
—Lo sé. Me alegra que hayas podido hablar un poco sobre lo que pasó con Cameron— dijo, haciéndome sentir que realmente se preocupaba. —Sé que fue complicado.
Tomé aire, sintiendo que liberar esa carga era necesario. —Es difícil. Todo lo que pasó fue doloroso. Aún me siento atrapada por lo que ocurrió— murmuré, mis pensamientos volviendo a la noche de la fiesta.
Recordé la confrontación con Cameron, cómo me había sentido. Había algo liberador en expresar lo que había experimentado, aunque Mike ya conocía la historia.
—Me dijiste que lo lastimaste al enterarte de que ambos eran parte de una apuesta— continuó Mike, su tono suave. —Eso debe haberte dejado una herida profunda.
—Lo fue— admití, sintiendo que mis ojos se humedecían al recordar el dolor en su mirada. —Lo amaba, y aún lo amo, aunque no debería. Nunca pensé que terminaría así, que acabaríamos heridos por una apuesta estúpida.
Mike se detuvo un momento, mirándome con sinceridad. —A veces, las cosas no salen como esperamos. Pero eso no significa que no puedas sanar. Tienes que permitirte seguir adelante.
Las palabras de Mike resonaban en mí mientras continuábamos caminando. Su apoyo era inesperado y, a la vez, reconfortante. A medida que charlábamos, me di cuenta de que, a pesar de los recuerdos de Cameron que aún me atormentaban, la amistad que estaba construyendo con Mike se sentía como un respiro fresco.
En los días siguientes, la conexión con Mike se iba fortaleciendo. Compartíamos momentos sencillos entre clases, intercambiábamos risas y me ayudaba a distraerme de los pensamientos que me atormentaban. Aunque Cameron seguía siendo una presencia en mi mente, Mike me brindaba una nueva perspectiva y me recordaba que la vida continuaba.
Aún así, no podía evitar que la angustia por Cameron volviera a atormentarme en los momentos más solitarios. Recorría mis redes sociales, esperando alguna señal de que él estaba bien, pero cada día pasaba sin novedades. La falta de comunicación solo aumentaba mi sensación de culpa y tristeza.
Una tarde, mientras estudiaba en la biblioteca, decidí que era hora de desahogarme con Mike. Había llegado el momento de hablar de lo que realmente sentía, de cómo el dolor por Cameron me seguía atrapada.
—¿Te importa si hablamos un momento?— le pregunté cuando lo vi acercarse.
—Claro, ¿qué pasa?— dijo, su expresión preocupada.
—Necesito contarte algo— comencé, sintiendo el nudo en mi garganta. —A veces siento que estoy atrapada entre dos mundos. Por un lado, sé que debo seguir adelante, pero por otro, siento que Cameron es una parte importante de mí. Y no sé cómo liberarme de eso.
Mike se quedó en silencio un momento, como si estuviera procesando mis palabras. —Sabes, Tarah— dijo al fin, su voz suave pero firme—, desde la fiesta, me gustaste. Te lo confieso porque creo que mereces saberlo. Me gusta cómo eres, tu forma de ver la vida, incluso cuando estás lidiando con cosas difíciles.
Mi corazón dio un vuelco ante su confesión. No esperaba que se sintiera así. —No sé si puedo... —comencé, pero Mike me interrumpió.
—Déjame terminar— insistió, mirándome a los ojos. —Quiero ayudarte a olvidar a Cameron. Sé que es difícil, pero creo que podrías encontrar un nuevo comienzo. Te mereces ser feliz y dejar atrás lo que te pesa. Quiero estar a tu lado en eso.
Las palabras de Mike me hicieron sentir una mezcla de alivio y confusión. Era un impulso poderoso, una sensación de que tal vez había una salida, pero también el temor de que intentar seguir adelante con alguien nuevo podría ser desleal a mis sentimientos por Cameron.
—Mike, agradezco lo que dices— respondí, tratando de encontrar las palabras adecuadas. —Es solo que... no sé si estoy lista. La verdad es que Cameron sigue siendo una parte de mí. A veces me siento como si estuviera traicionándolo al pensar en alguien más.
—No tienes que sentirte así— dijo, su tono comprensivo. —Los sentimientos son complicados. Pero también es importante cuidarte a ti misma. Estoy aquí para apoyarte, y no quiero que sientas que te presiono. Solo quiero que sepas que estoy aquí para lo que necesites.
Sus palabras me hicieron sentir que tenía un refugio al que acudir. Aún había un largo camino por recorrer, pero tal vez, con el tiempo, podría aprender a dejar atrás el pasado.
A medida que las semanas pasaron, el vínculo entre Mike y yo continuó creciendo. Pasábamos más tiempo juntos, explorando el campus, asistiendo a eventos y riendo de cosas simples. Mike tenía un sentido del humor contagioso que hacía que olvidara, aunque fuera por un momento, el dolor que llevaba dentro.
Sin embargo, a medida que me acercaba a él, el recuerdo de Cameron seguía presente, como una sombra que se negaba a desvanecerse. Me preguntaba si alguna vez podría reconciliar mis sentimientos por ambos. Mientras tanto, disfrutaba de la amistad que estaba floreciendo con Mike, pero la incertidumbre de lo que realmente quería me mantenía en un constante tira y afloja emocional.
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La apuesta de los 100 días (Sin Editar)
Romance¿Qué pasaría si tus amigas y tú hicieran una apuesta para humillar a uno de los playboys de la preparatoria? Pues eso hice yo junto a mis amigas. Debo enamorarlo en cien días, pero yo no debo enamorarme. se rumorea que él es peligroso y a mi me gust...