No puedo creer que ya esté aquí, el día en que dejo Oregon y empiezo una nueva etapa en mi vida. La universidad. Un nuevo comienzo. La idea debería emocionarme, pero todo lo que siento es un nudo en el estómago. Me encuentro en el aeropuerto, con mi maleta a un lado y un café en la mano, observando cómo las familias se despiden. Las miradas de amor y cariño me hacen recordar lo que dejé atrás. Cameron. Su risa, su mirada, la forma en que me hizo sentir cuando pensé que todo podía ser perfecto.
Después de lo que sucedió, el dolor aún está fresco. He intentado convencerme de que marcharme es lo mejor, que necesitaré este espacio para sanar, pero la verdad es que me siento como una cobarde. He dejado a mi familia, a mis amigos y, sobre todo, a Cameron. En lugar de enfrentar la verdad de lo que hicimos, elegí huir.
Mientras me siento en la sala de espera, no puedo evitar pensar en todo lo que pasó. La última vez que lo vi, sus palabras resonaban en mi mente como un eco implacable: "Eres como todas las demás, Tarah." Era un reproche que nunca había esperado escuchar de él. Cada vez que cierro los ojos, su mirada herida se presenta en mi mente. La tristeza y la decepción reflejadas en su rostro me persiguen. Me siento como si hubiera traicionado a alguien que realmente se preocupaba por mí, y eso duele más de lo que puedo soportar.
A medida que me llaman para abordar el vuelo, trato de sacar a Cameron de mi cabeza. Este viaje es una oportunidad, una oportunidad para encontrarme a mí misma, para dejar atrás el pasado y tal vez empezar a construir un futuro sin sombras. Pero a medida que el avión despega, me doy cuenta de que no puedo simplemente dejar atrás todo lo que he sentido. No puedo ignorar el hecho de que lo lastimé. Aún lo amo.
El vuelo es largo, y cada minuto que pasa me deja más ansiosa. Mientras miro por la ventana, observo las nubes pasar. En ese instante, la sensación de libertad me invade, pero al mismo tiempo, un profundo sentimiento de culpa se apodera de mí. Mi mente divaga hacia las conversaciones que tuve con Anya antes de irme. Ella había intentado animarme, diciéndome que esta era una nueva oportunidad, pero había algo en su tono que me hacía dudar. La forma en que me miraba, como si estuviera esperando que me hiciera responsable de mis decisiones, me hizo sentir aún más atrapada.
Llegamos a la universidad y el bullicio de los nuevos estudiantes me recibe con los brazos abiertos. Las risas y la emoción son palpables, pero yo me siento como un fantasma en medio de la multitud. Hay una parte de mí que desea poder unirme a la diversión, olvidarme de todo lo que he dejado atrás. Sin embargo, la otra parte me recuerda que no puedo simplemente escapar de las consecuencias de mis actos.
Mis días en la universidad son un torbellino de clases, nuevos amigos y fiestas. Sin embargo, a pesar de todo, la sombra de Cameron siempre está presente. Durante las noches, cuando la soledad se cierne sobre mí, me encuentro revisando mis mensajes y redes sociales, esperando una señal de que él está bien, que me ha perdonado. Pero nada llega. Cada día que pasa, me doy cuenta de que quizás nunca lo haga.
Las semanas transcurren y trato de centrarme en mis estudios, pero la culpa sigue acechándome. Recuerdo la última vez que hablé con Cameron, cómo me sentí impotente ante su dolor. La forma en que se sintió traicionado no era solo una reacción a lo que hice; era una muestra de cuánto le importaba. Y aquí estoy, en un lugar que debería ser emocionante, pero solo me siento vacía.
En uno de esos días grises, decido llamar a Anya. Quiero saber cómo está, aunque sé que lo que tengo que escuchar no será fácil.
—¿Cómo estás? —pregunta con su tono habitual, pero puedo sentir la tensión detrás de su voz.
—Sobrevivir —respondo, con un tono de resignación.
—¿Has hablado con Cameron? —su pregunta es directa, y no puedo evitar sentir que es un golpe en el estómago.
—No. No sé si debería.
—Tarah, debes hacerlo. Necesitas cerrar ese capítulo.
Su comentario me hace reflexionar. Quizás, hablar con él es lo que necesito para seguir adelante, aunque tengo miedo de lo que pueda suceder.
—¿Tú crees que me perdonará? —mi voz tiembla, no estoy segura de lo que realmente quiero escuchar.
—No sé. Pero necesitas intentarlo, por ti y por él.
Las palabras de Anya resuenan en mí mientras me quedo en silencio. Puede que no haya una respuesta fácil, pero no puedo seguir huyendo de lo inevitable.
Finalmente, decido enviarle un mensaje a Cameron. Un simple "Hola, espero que estés bien". No hay respuesta inmediata, y eso me deja más ansiosa que nunca. Pero algo en mí sabe que este paso era necesario. Quiero dejar atrás el peso de nuestra historia, aunque se sienta como una traición.
El tiempo pasa, y cada día me siento más sola. Aunque tengo nuevos amigos, la verdad es que nadie puede reemplazar a Cameron. Él es una parte de mí que no puedo olvidar, una parte que siempre estará ahí, incluso en esta nueva vida.
Y así, mientras continúo con mis días en la universidad, sé que tarde o temprano tendré que enfrentar la verdad, que tendré que reconciliarme con el dolor que causé. Es un viaje que aún no he terminado, y aunque me encuentre lejos de Oregon, las cicatrices de mi pasado nunca me dejarán completamente.
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La apuesta de los 100 días (Sin Editar)
Romansa¿Qué pasaría si tus amigas y tú hicieran una apuesta para humillar a uno de los playboys de la preparatoria? Pues eso hice yo junto a mis amigas. Debo enamorarlo en cien días, pero yo no debo enamorarme. se rumorea que él es peligroso y a mi me gust...