Dia 78°

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- Yo también opino que siete minutos, porque es la única de esta ronda que no ha besado a nadie- argumenta un chico- Casualmente siempre es la chica a mi lado.

- ¿En que parte la beso?- pregunta Joey mientras evita hacer contacto visual conmigo.

- ¡EN LOS LABIOS!- gritan todos. Estoy atenta a las expresiones de emoción, pero el único que no lo está es Cam. Any y Nick no están atentos a la escena porque se están besando.

Matt se para del sofá y se coloca frente a mi. Todo a mi alrededor se detiene, mis manos sudan, siento un vacío en mi estómago y aparece un pitido en mi oído.

No puedo besar a Matt. Bueno, sí puedo pero no debo, por dos razones.

1) Cam está a mi lado.
2) Cam está a mi lado.

Simplemente por eso.

No tenía nada claro, podía hacer lo que quisiera porque él y yo no somos novios, pero algo dentro de mi cabeza me decía que no lo hiciera. Aunque, claro, una pequeña vocecita me decía que lo hiciera.

¿Cada cuándo tienes la oportunidad de besar a un chico guapo en alguna fiesta?

- ¿Siete minutos?- pregunto inconscientemente.

- ¡Si!

- Está bien- murmuro- Comienza ahora.

Me siento con la espalda recta y pongo una mano debajo de mi rodilla. Cierro los ojos y dejo los labios entreabiertos como la primera vez que besé a Cam. Cada instante qué pasa, siento a Matt más cerca de mi rostro, lo que causa que me ponga más nerviosa cada vez. Siento a Matt rozando mis labios e inconscientemente cierro mis manos.

¡Aléjate, Tarah!

Espero para que él me bese.

¡Mueve los malditos labios hacia otro lado!

Sus labios hacen presión en los míos y, aunque esto suene raro, no es igual que besar a Cam. Es más bien como besar a un extraño, aunque claro, él es un total desconocido. No pasan ni diez segundos cuando alguien me hala y me separa de él. No sé bien lo que sucede, pero estoy en el hombro de Cam, preguntándome qué pasa.

Todos nos miran confundidos, pero no interesados, ya que varios se encojen de hombros y siguen jugando, incluso Matt.

- Hazte a un lado- escucho a Cam.

Miro a mi alrededor y me doy cuenta de que estamos en el patio trasero, donde hay un montón de gente bailando y nadando en la piscina. Entonces reacciono.

- ¡Buchanan, bájame!- le exijo.

Él no responde, simplemente camina hacia la casa.

- Cam...- insisto.

Golpeo su espalda con mi mano para que me baje, pero me ignora. Intento patalear pero con una mano detiene mis piernas.

- Cam, ¿Qué rayos te pasa? - Entramos en la casa y vamos por un corredor que desconozco.

Sube las escaleras y me llega el recuerdo de lo que sucedió con Tim; me tenso y trato de convencerme de que él no hará lo mismo. No, no creo que sea capaz. Lo mismo pensamos de Tim y mira lo que sucedió ese día. Hay muchas personas recargadas en las paredes de los pasillos, besándose o platicando. Cam me deja en el suelo y retrocede algunos pasos quizá presintiendo que lo golpearé.

- ¡Que rayos te pasa!- estallo y lo miro con furia.

- ¿Por qué lo besaste?- me pregunta un poco enojado.

La apuesta de los 100 días (Sin Editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora