Dia 55°

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- Esto es tan extraño- le digo. 

- ¿Por qué?- responde Cam confundido. 

Sonrío y le doy un leve golpe en el hombro. 

- Meses antes podría haberte golpeado- río. 

- No me recuerdes algo que ya sé- se une a mi risa- Y... ¿Qué quieres que hagamos?- me pregunta, lo que provoca que lo mire de mala manera. 

- No lo sé, tu me invitaste- río. 

Murmura un "cierto" y se para rápidamente de la cama, me extiende la mano y me levanta de un jalón.  

Bajando las escaleras toma mi mano y me lleva hasta su jardín. De repente, siento los brazos de Cam sobre mis piernas y de un momento a otro estoy sobre su hombro suplicando que me baje. 

CAMERON

Escucho la risa de Tarah y sus gritos suplicando que la baje. La sostengo bien y camino en el jardín de mi casa.  

Me doy cuenta que nunca he tonteado con una chica, sino que voy al grano, hago que tengamos relaciones y al final todo es como si nada hubiera pasado. Sin embargo, Tarah es diferente a todas las chicas con las que me he acostado.  La bajo, pero antes de eso saco su celular de la bolsa del pantalón. La miro burlonamente y ella sospecha que le quité algo; comienza a tocarse las bolsas del pantalón con desesperación. 

- ¿Buscabas esto?- le pregunto mientras sostengo su celular frente a mi cara. Me mira sorprendida en intenta recuperarlo. Lo alzo lo más alto que mi brazo permite y, aunque brinca lo más que puede, no lo alcanza. 

- Devuélveme mi celular, pedazo de..... - se calla abruptamente.

- Si lo quieres, tendrás que alcanzarme.  Me echo a correr y es lógico que Tarah jamás me alcanzará. Me detengo muy lejos de ella y observo lo lento que corre. 

- ¡Corres más lento que mi abuela!- le grito. 

- ¡CAMERON! 

Desde la cocina (me encuentro a dos metros) mi madre me prohíbe hacer comentarios como esos. Tarah se acerca, pero vuelvo a correr, esta vez más lejos de la cocina para que mi mamá no me regañe. 

Miro hacía atrás y Tarah corre (mejor dicho: trota) hacia mi. Sin querer me tropiezo con mi propio pie y caigo de frente, mi celular sale lanzado y no lo puedo alcanzar tan fácilmente. Intento pararme pero, justo cuando estoy por lograrlo, siento el cuerpo de Tarah sobre mi espalda mientras su mano tapa mis ojos para tomar el celular. 

- Eres muy cómodo Cam. 

- Tarah- aunque ella no me ve, sonrío maliciosamente- Eres peso muerto para mi, verás que puedo levantarme aunque estés en mi espalda.  Por más que se recarga en mi, no puede impedir que me levante porque me sacudo y logro quitármela de encima. Rápidamente consigo recostarla y ahora soy yo quien está sentado en su espalda; obviamente, sin dejar caer todo mi peso. 

- Eres muy cómoda Tar. 

Después de un tiempo, Tarah se deshace de mi, me quedo acostado en el pasto y ella se sienta al lado mío. 

- Mañana tienen partido ¿cierto?- asiento y una sonrisa se asoma de sus labios- Y les patearán el trasero ¿cierto? 

No contesto de inmediato porque me quedo sorprendido de lo que veo: el poco aire que sopla hace que su cabello dance; el sol la hace resplandecer como si tuviera una corona de luz. Me quedo sorprendido y los latidos de mi corazón se aceleran. 

- Quizás lo hagan- desvío mi mirada de ella- o tal vez nosotros se los patearemos a ellos... Por cierto, ¿Quién te aviso del partido? 

- Fred- me dice con un tono de obviedad. 

Me siento en el pasto y comienzo a jugar con el. 

- Tengo hambre- le digo. 

Ya puedo mirarla sin que el pulso del corazón se acelere y quiera salirse de mi pecho. 

- Creo que yo también tengo hambre- me toca levemente el brazo y me sonríe. Me pongo de pie y la ayudo a levantarse, nos sacudimos el pasto y la tierra del pantalón y me pongo frente a ella pero de espaldas. 

- Te llevaré de caballito- le propongo. 

Casi puedo sentir cómo su mirada me atraviesa. Dice no con la cabeza. 

- Vamos, sube, no pasará nada. 

Se acerca y coloca sus manos en mis hombros; da un salto, agarro sus piernas por debajo de las rodillas y me abraza el cuello, comienzo a caminar.

- ¿Qué pasa si me caigo? 

- Pues tu amortiguas mi caída- me dice entre risas. 

Ella no para de reír ni de decirme que me fije por dónde camino y que no me vaya a tropezar con mis propios pies.  Tarah no pesa nada, podría correr con ella y no sería problema, pero siendo sinceros, me da flojera. 

- ¿No te has cansado?- pregunta. 

Niego con la cabeza. 

Cuando estoy a punto de cruzar la puerta, como por arte de magia, mamá entra en la cocina y se detiene cuando nos ve; me regala una mirada enternecida. 

- ¡Cameron!- chilla.  Tarah me aprieta sutilmente el cuello mientras me mira con cara de: ¿Qué se hace en estos casos? 

- Nunca te había visto haciendo eso con ninguna chica- le sonríe a Tarah, me muero por dentro porque se que es verdad- No se muevan, voy por o cámara. 

- Madres...- murmuro con fastidio fingido, la verdad es que estoy demasiado nervioso. 

- ¿Tengo que ponerme nerviosa por esto?- me pregunta. 

- Nah, sólo tomará la foto y se la enseñará a toda la familia.

Trato de parecer relajado y por su cara creo que lo he logrado.

Trato de parecer relajado y por su cara creo que lo he logrado

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La apuesta de los 100 días (Sin Editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora