Dia 75°

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Miro horrorizada el celular y espero que Cam no haga la estupidez de presentarse en mi casa y decir que es mi novio.

Aunque en realidad, la pregunta pasa por mi cabeza cientos de veces y no sé la respuesta:

¿Somos novios?

Saco el aire de un suspiro.

Creo que es hora de pedirle permiso a mi mamá para ir a la fiesta. Voy al comedor con la esperanza de encontrarla ahí, pero el comedor está impecable y con la luz apagada. En la cocina noto la luz prendida; ahí está mi mamá sentada, leyendo un libro con sus raros lentes para vista cansada.

- Mamá- me acerco y deja a un lado su libro, lista para ponerme atención- ¿Me das permiso de ir a una fiesta el sábado?

- ¿En serio estás pidiéndome permiso?- pregunta sorprendida.

- ¿Es un sí?- le pregunto esperanzada.

- Aún no digo nada, sólo me sorprende que me pidas permiso para ir a una fiesta sabiendo que las odias.

- Mamaaaaá- alargo- es que un chico me in...

Maldita sea... debes aprender a tener la boca cerrada cuando es necesario, Tarah.

- Con que un chico, eh- me mira con una sonrisa- Bueno, te daré el permiso- sonríe- Pero tienes que presentarme al chico.

Mi sonrisa se borra y ella sigue hablando, pero esta vez, un poco seria.

- También depende de cómo te portes hoy en la cena.

¿Qué cena?

Mi expresión cambia drásticamente a una de confusión; abro la boca para hablar, pero no me reconozco.

- ¿Qué cena?

- Creo que es hora...- murmura mamá.

Frunzo el ceño en plan "creo que es malo"

Mamá palmea la barra, para indicar que me siente. Me pongo frente a ella; comienzo a ponerme nerviosa.

¿Qué clase de cena podría ser? ¿Familiar? ¿De negocios?

Mi humor cambia drásticamente y las ganas de ir a la fiesta se desvanecen como humo.

- Bueno, tu padre y yo nos hemos dado un tiempo- su garganta se hace nudo-, pero creo que la separación es definitiva, porque la mujer con la que estaba muy cariñoso lo afirma.

Me quedo impactada por la noticia y con una sensación de vacío en mi estómago. Debe ser una broma porque ellos parecían tan felices, tan decididos a morir juntos... aunque las peleas de los últimos meses lo contradicen todo. Pero no, ¡esto no podía ser cierto!

- Además, yo también he conocido a un hombre- continúa- y la verdad es que se ha portado muy dulce y atento conmigo.

¡Y como no!, mamá es joven: treinta y nueve años y ninguna cana; ojos azules y la sonrisa coqueta, buen sentido del humor... realmente hermosa.

- No sé cómo llegamos a este punto, pero me invitó a cenar ayer; esa fue la razón por la que no estuve. Así que yo lo invité a cenar hoy para compensar lo de ayer...

Me mira como si estuviera intentado descifrar si estoy de acuerdo o no. Yo estoy en total desacuerdo, pero eso no lo podía decir en voz alta y mucho menos echárselo en cara porque es su vida y su decisión; una decisión, por cierto, que yo no aceptaba.

- Al parecer, él y yo podríamos convertirnos en pareja... Esto es malo.

- Bueno, mamá, ve al grano, no necesito escuchar todo un discurso acerca de él y tú- finalmente hablo.

La apuesta de los 100 días (Sin Editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora