Día 10

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Faltar al colegio no era algo que me gustara y que hacía muy a menudo, pero no quería ir al colegio y menos cuando Buchanan sabía lo que había visto en los vestidores con una chica.

Mi mamá había aceptado que faltara con la única condición de que comiera más ya que según ella mi desmayo había sido provocado porque no como bien.

En una hora más sería mi cita con Tim y ya estaba lista, yo tenía que ir al centro de la cuidad para encontrarnos allá.

— Tar, afuera hay un chico en una moto ¿Es tu amigo?

— ¿Qué?

Miré por la ventana apresurada y veía como Timothée se acercaba a la puerta de mi casa arreglándose el cabello y caminando como todo un galán.

— ¿Es él el chico con el que vas a salir?

— Este, bueno, ma... — estuve por terminar de hablar, pero me interrumpió.

— Tarah, tiene una moto — dijo en modo de reproche mientras se cruza de brazos.

— Eso es algo que quería explicarte.

— ¿Qué? — dijo con tono de preocupación.

— Me ha ido a dejar al colegio dos días seguidos y siendo sincera es un excelente conductor. Prometo llegar temprano.

— ¡Tarah! — exclamó mi papá desde el piso de arriba.

— Los veo en un rato.

Dije y salí corriendo mientras mi mamá gritaba mi nombre.

Timothée estaba frente a mí y aprovechando que no me había visto, tomé la mano de Tim y lo llevé corriendo.

— Tarah — me llamó, pero hice caso omiso.

llegamos a su moto, hice gestos para que subiera y lo hizo, encendió su moto y partió, mientras andaba se detuvo antes de llegar a la esquina me miró.

— ¿Qué pasa?

— Tu casco — comentó sonriendo.

Me puse el casco y me aferré a su cintura y él siguió el camino hacia el centro.



— Este es el mejor café que he probado en mi vida — dije llevando la taza a mi boca.

— Lo sé, aquí en Leticia's hacen el mejor café de todo Oregon — respondió dándole una mordida a su dona — Y las mejores donas sin culpa.

— Creía que el mejor café lo hacía Starbucks.

— Pues ya confirmaste que no — habló y sonrió.

— Café, libros, motos, un chico lindo- dije acercándome y mirándolo fijamente — ¿Qué tan perfecto puedes llegar a ser?

— Lo suficiente como para que me tomes en cuenta.

Me guiñó un ojo causando que un leve sonrojo se esparciera en todo mi rostro.

— Te conocí cuando estabas borracho — dije y reí ante el recuerdo.

— ¿La fiesta de disfraces del año pasado? — asentí — No — río — No estaba borracho.

— Bueno, entonces eres un buen candidato para salir.

— Si, pero eso no significa que me drogo o que soy un borracho.

— Tiene sentido — dije y mordí una galleta de té verde.

— Exacto — dijo y sonrió — Tar — me llamó — ¿Quién era el chico que quería golpearme?

— ¿Ayer en la mañana? — asintió — Cameron Buchanan, es un imbécil.

La apuesta de los 100 días (Sin Editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora