Capítulo 9

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Tyrone 

Me remoje el rostro antes de mirarme al espejo.

¿Por qué me duele el pecho? —pensé al ver mis ojos cristalinos volví a mojarme el rostro. —¡Qué estupidez! ¿Por qué estoy así? 

Mierda.

La puerta se abrió de repente, al voltear allí estaba la única persona que no quería ver.

—Hey, ¿Te pasa algo? —me preguntó entrando al baño con el ceño fruncido, cerrando la puerta de paso.

Ignore por completo sus heridas, no quiero sentir lástima por el moretón morado y el labio partido en su rostro.

—No te interesa. —le respondí golpeando su mano que se estaba acercando.

Le di una mirada molesta antes de pasar al lado de él. Sentí como me dio la vuelta y estamparme contra la puerta fuertemente.

—¿Qué mier…? —me detuve al ver su intensa mirada tan cerca de mi. 

—¿Qué te pasa? —me volvió a preguntar, su mirada es demasiado intensa y ese aroma a la flor del infierno, ese aroma que me recordaba al peligro que es este sujeto, dejando de lado los malos recuerdos que me traía esa flor.

Desvíe mi mirada porque sentía que terminaría diciéndolo todo, es tan irritante sentirme tan débil ante él.

El estúpido demonio me tomo del cabello jalandome para que pudiéramos cruzar nuestras miradas.

Solté un quejido de dolor, estaba por reclamarle cuando vi su mirada que me dejó en shock. —¿Está preocupado? 

No, no, no, es imposible. —lo negué enseguida.

—Responde. —afirmó molesto.

¿Por qué se ve tan alterado? —pensé confundido.

—Tyrone. —escuchar mi nombre proveniente de sus labios, se escucha tan malditamente bien.

—Phill. —murmuré completamente cautivado acercando mis manos por su pecho, me empine logrando chocar sus labios con los míos.

La otra vez no lo contemplé, pero sus labios saben a cereza.

Al sentir como salía de su asombroso me separé, noté como su mejilla y su labio en verdad se estaban curando. 

Pestañeo un par de veces aún conflictuado, dándome la oportunidad para salir de allí.

No me mintió, ¿eh? —pensé dando un suspiro corriendo a mi cuarto. —Pero… eso no cambia que esté jugando conmigo cuando en cualquier momento se puede ir con su Agapē. —pensé tirándome en mi cama. —No quiero pensar más.

Phill

Mi corazón latía como loco, sin control alguno, eso solo fue un simple roce a comparación de cómo nos besamos antes, aún así… aún así.

Me agaché llevando una mano a mi pecho. —¿Por qué… me siento así? —me pregunté sintiendo mi rostro arder. —¿Qué me pasa? —pregunté de nuevo llevando mis dedos a mis labios, sentía un ligero cosquilleo en la zona, sus labios son tan suaves.

—Quiero… probarlos de nuevo. —me susurré a mi mismo, era la primera vez que me sentía ansioso solo por probar los labios de alguien, no sentía lujuria.

Bueno, siendo sinceros, ese castaño me calienta de una forma tan impresionante que casi no puedo controlarlo.

Pero también había despertado mi lado sentimental, había logrado que sintiera tanta dulzura que solo quería deleitarme con sus labios, sus ojos, su expresión… su maldito ceño fruncido lo hacía ver tan… lindo.

Contrato: UniónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora