Capítulo 32

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Narrador

—Por cierto chico lindo, todavía no conocemos tu nombre. —preguntó curiosa Mabel sentándose en una de las sillas del local.

—¿Ah? —soltó por inercia, no había pensando en su nombre. —Mi nombre… cierto, cierto, no me he presentado. —comentó tratando de hacer tiempo mientras su mente sucumbia al caos.

Un nombre, un nombre, necesito un nombre. —pensó alterado.

—Soy… Bill, mi nombre es Bill. —soltó.

No puedo creer que el primer nombre que se me ocurrió sea el de mi tonto hermano. —se reprochó el demonio manteniendo una sonrisa.

—Bill, ¿Eh? Lindo nombre. —le dijo Mabel con una sonrisa coqueta. —Soy Mabel Gleeful. —se presentó deslizando una de sus mechas tras su hombro.

—Soy Mason Gleeful. —le siguió el gemelo dando un leve asentimiento con la cabeza, ya se había resignado con la atención del nuevo conocido.

Su hermana empezaba a utilizar sus tácticas por lo que ese chico iba a caer entre sus manos, por lo que Mason empezaba a zafarse del muchacho no quería ver como otro de sus amigos lo abandonan por ir tras su hermana.

—¿Ya decidieron que pedir? —preguntó una rubia acercándose a su mesa.

—Dame la especialidad del almuerzo. —respondió Mason dejando el menú a un lado.

—Yo también quiero probarlo. —afirmó Will con una sonrisa.

—Yo igual. —le siguió la gemela.

—Bien, enseguida les… traigo su pedido. —murmuró tímidamente, con las mejillas rosadas al sentir como Mason y ella cruzaron sus miradas.

Algo se apretó en el pecho del demonio al notar eso y se sentía increíblemente molesto.

—Me preguntó cómo sabe la especialidad, ¿a ti no, Bill? —habló Mabel alegre. Por otro lado Mason miraba pasar a las personas por la ventana. —Seguramente es delicioso, he escuchado muy buenas reseñas de este lugar, estaba emocionada por probar la comida. 

Algo hizo click en la memoria del demonio, se la había pasado tan bien que había olvidado un pequeño detalle, todavía tenía un trato pendiente para Ford.

—¡Mierda! —exclamó agitado levantándose de golpe, azotando la mesa.

Todos lo miraron extrañados, incluyendo sus acompañantes.

—Yo… voy al baño, debo hacer un… asunto. —comentó "Bill" nervioso antes de caminar a prisas al baño.

—¿Dije algo malo? —preguntó Mabel confundida.

—¿Y yo que sé? Estabas hablando tú con él, no yo. —le respondió su hermano irritado, sabía que iba a perder a alguien que podría haber sido un gran amigo.

—Ese no fue un agradable comentario, Helado. —dijo Mabel molesta. —Les diré a los tíos que no llegaremos a almorzar.

—Si, si. —le respondió Mason sin prestarle demasiada atención o al menos dando a atender eso, poco sabía ella cuanto le dolía ese apodo, por la manera en que se aferraba a su pantalón bajo la mesa.

Por otro lado, Will se teletransporto a la Mansión Gleeful convirtiéndose en el demonio triangular que conoce esa familia.

Trató de aparecer algo de comida debido a su tardanza, pero otra vez por más que trataba no lo lograba. Molesto empezó su labor de cocinar. aunque sea algo sencillo, simplemente él no entendía por qué le pasaba algo así.

Cuando estuvo en la tienda pudo crear ropa de la nada, cambiar lo que quisiera en los diseños. Ahí entraba su enredo porque si pudo allá, pero en la mansión donde hace ya tantos años empezó a hacer magia no podía, sinceramente no entendía.

Una vez lista la comida se apareció en la mesa del comedor justo a tiempo cuando Ford estaba a punto de gritarle.

Tembló "asustado" al ver la mirada de frustración de su "dueño".

—La comida. —fue lo que saludo al demonio nada más aparecer.

—E-En se-seguida. —respondió nervioso, está vez no estaba actuando había hecho una comida ligera y esperaba que Ford no lo atrasara más de lo que ya estaba cuando un lindo rubio-cenizo lo espera en un restaurante. Con un chasquido apareció la comida.

—¡¿Esto que es?! —preguntó molestó Ford.

—Pe-Pechu-chuga a-a la pla-plancha co-con verdu-duras al-al va-vapor co-con arro-rroz. —respondió aún más nervioso con la mirada de molestia de Ford.

—¡¿Por qué haces una comida tan ligera a la hora del almuerzo?! —me regañó a gritos.

—Relájate nerd. —habló disgustado Stan por los gritos. —No tiene nada de malo.

—¡¿Qué no tiene nada de malo?! —gruñó fastidiado el genio. —¡¿Cómo se te ocurrió esta brillante idea?! —volvió a gritar golpeando la mesa.

Era la primera vez que el demonio hacía un almuerzo tan sencillo, pero no era para tanto. Esos eran los pensamientos tanto de Will como de Stan.

—U-Usted y-y S-Stan es-están tra-trabajando-do du-duro por su-su nue-nuevo inven-vento y-y pensé-sé qu-que es-esta co-comida nutriti-tiva lo-los ayuda-daría, ade-demás qu-que tam-también e-es saluda-dable pa-para los ni-niños qu-que e-están en cre-crecimiento. —explicó tartamudeando más de lo normal por tragarse las ganas de darle un buen golpe a su contratista.

Ford bufo con molestia antes de volver a su asiento. —Como sea, ya puedes marcharte. 

—¡¡Ford!! —lo regañó su hermano, pero este no prestó más atención, por lo que el triángulo desapareció del lugar para ir a teletransportarse hasta el restaurante.

Al llegar a una cabina de los baños se alarmó al escuchar el llamado del castaño. —¿Bill, estás aquí? 

Alterado se transformó rápidamente antes de salir del cubículo. —Si, lo estoy. —le respondió acercándose al lavado, no podía mirarlo en esos momentos porque sabía que caería su farsa si lo hacía.

—Ya, por un momento pensé que te fugaste. —habló Mason en un tono ligeramente divertido. —Como sea, la comida ya está servida te vine a avisar. —afirmó el chico antes de salir del baño, dejando al demonio respirar más tranquilo.

Unos segundos más y seguramente habría descubierto que el baño estuvo vacío todo el tiempo. Aún nervioso decidió salir del baño e ir a comer ese especial con esos dos rubios y definitivamente eso era mejor que ir a ver a Ford que seguramente seguía maldiciendo al demonio ya sea en su mente o con su hermano.

Contrato: UniónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora