Capítulo 24

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Will

No sabría explicar lo que sentí cuando posé mis ojos sobre él, un niño de tan solo 12 años que leía un libro titulado Ataúd Cerrado.

Según mis conocimientos de este mundo no es apto para un niño de esa edad ¿O si? Realmente no estoy seguro.

Lleva una camisa blanca arremangada en los codos, un sweater sin mangas azul lapislázuli, pantalón color marmol y zapatillas azules oscuro, tal como si su pantalón fuera la misma noche.

—He, ¿Por qué hay un pitufo aquí? —preguntó alzando una ceja, una sonrisa sarcástica en su rostro, que extrañamente temblaba un poco.

Pensé que era como mi "dueño", el tipo de persona que no le interesa nada más que su "meta".

Pero al darle un vistazo a su mente, me descolgué al ver como se imaginaba a sí mismo riendo como si no hubiera un mañana.

Ese niño realmente me interesó y unas fuertes ganas de romper esa máscara me inundaron.

Lo decidí.

Él será mi nuevo contratista, pero veamos que tan interesante puede ser, sino acabaré teniendo un trato con él igual al que tengo con Ford. Tan aburrido.

Espero que seas interesante~

Mason

Bien, no está pasando nada de otro mundo, solo hay un triángulo isósceles azul de un ojo lloroso con pequeños brazos y piernas negras que sobresalen de su figura, mirándome desde el momento en que llegué.

Bien, no está pasando nada de otro mundo, solo hay un triángulo isósceles azul de un ojo lloroso con pequeños brazos y piernas negras que sobresalen de su figura, mirándome desde el momento en que llegué

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(Créditos a su respectivo autor)

Nada fuera de lo común.

—Will, no seas tímido. —habló divertido el tío Stan sentándose en la mesa del comedor.

Llevo tres días en este lugar y a pesar que me presentaron al demonio sirviente de mi tío Ford, él no se ha acercado a nosotros, pero a mí me observa de lejos.

Esto es 100% acoso.

—Ese demonio es inservible, como puede ser tan… ¡¿Dócil?! Yo que sé. —habló Mabel sentada frente al tío.

—Vamos Mabel, puede parecer un inútil  pero me ha servido estos años. —comentó el tío Ford al lado de su hermano, la mesa ocupaba muchas sillas pero por lo menos estábamos cerca. —William, la comida. —exigió.

—S-Sí. —logré escuchar su murmullo temeroso, se acercó volando a nosotros temblando ligeramente mientras chasqueaba los dedos y de repente frente a nosotros apareció una gran cantidad de comida.

Algo ya común.

—Nunca me cansaré de ver esto. —habló gustosa mi hermana empezando a servir su comida.

—William, la bebida. —habló mi tío Ford en tono de reproche, sacando un… ¿látigo?

¿Qué rayos…? —pensé sorprendido.

Contrato: UniónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora