Capítulo 85

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Narrador

—Di-Dipper… —murmuró Mabel despertando por los movimientos de su hermano, soltando la mano del otro al verlo sentado en la cama.

—Buenos días, Mabel. —saludó el chico de forma tajante.

—¿E-Estas bien? —preguntó nerviosa la castaña.

—Lo estoy, ¿No debería estarlo? —pregunta con simpleza.

La chica se estremeció al ser observada con esos ojos tan fríos, no mostraba ningún sentimiento en ellos, se podía apreciar sus ojos caramelos tan opacos.

—S-Supongo que sí. —respondió la gemela desviando la mirada, se sentía tan mal por ser observado por esos ojos tan lúgubres.

—¿Qué hora es? —preguntó observando el lugar sin ninguna muestra de interés. 

Sin ser consciente pasó su mano por su regazo, notando un extraño reloj negro, sin notar como los dos chicos empezaban a recobrar la consciencia. —¿Qué es… esto? —preguntó confundido observando el extraño diseño del objeto, un triángulo de un ojo, con sombrero moño, brazos y piernas en medio de un círculo de color azul-verdadoso en el centro, rodeado de diferentes símbolos color fucsia.

—Ehh, aah, e-es… —soltó nerviosa Mabel. Se detuvo de repente al ver un débil destello en sus ojos.

—Mabel lo ganó para ti en una apuesta. —interrumpió Alex con la voz algo ronca por acabar de despertar.

—¿Eh? —soltó Dipper confundido el destello seguía allí intacto, era bastante opaco, pero allí estaba. —¿Volvieron a apostar? —preguntó viéndolos a todos de forma desinteresada.

—He, si. —respondió incómodo Eric ocultando algo en su regazo bajo la cama. 

—Tranquilo, ya me voy. —soltó un murmullo casi inaudible al de piel pálida.

—¿Eh? Espe… —no logró terminar cuando forma amorfa en su regazo desapareció.

—¿Y a quien se lo ganó? —la voz de Dipper trajo a la realidad al de cabello claro.

—A mi. —respondió por inercia Eric, se había acostumbrado a responder así para que no pillaran que no estaba prestando atención en clase.

—¿Dónde lo conseguiste? —preguntó con una ceja en alto, aún sin mostrar algún sentimiento específico con su leve resplandor en la mirada.

—Ahora tengo que contarte mi vida. —respondió con algo de fastidio.

Sus amigos lo miraron confundidos ante tal comentario.

Eric miró hacia arriba mirando como forma amorfa le guiñó uno de sus ojos. —Ese bastardo. —pensé molesto. —Disculpa, no quería responder de esa forma.

—Está bien, no importa. —murmuró encogiéndose sin importarle mucho el asunto, empezando a observar con atención el objeto en sus manos.

Sin darse cuenta tocó un botón en uno de los lados del reloj, se abrió la tapa encontrando dos relojes en cada lado, por alguna razón sólo se fijó en el de arriba.

—7 a.m. —murmuró suavemente, bajo la atenta mirada de sus amigos soltó un bostezo. —Supongo que por fin pude dormir. —pensó calmado, pero se detuvo enseguida.

Espera… ¿Por fin pude dormir? ¿Por qué? —se preguntó confundido. —Los sueños que me hacen despertar en medio de la noche… las pesadillas. —se respondió a sí mismo. —¿Pesadillas? ¿Eran… pesadillas? ¿De qué eran?

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