Capítulo 94

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Dipper

…oscuridad… 

Eso es lo que había a mi alrededor, a donde quiero que mirará no había nada. Moví mis manos y mis piernas pero no había nada en lo que me pidiera anclar.

Traté de respirar pero burbujas salieron de mi boca. 

¿Estoy en el agua? —pensé asombrado, pero me sentía apacible. —Espera, espera… ¡¿me estoy ahogando?!

Las burbujas volvieron a salir de mis garganta y a moverme de forma errática.

Necesito… necesito… necesito salir de aquí.

La ansiedad y el pánico inundó mi pecho, no tenía ni idea de que hacer y no podía nadar hacia arriba, cerré los ojos asustado de lo que estaba a punto de pasar y yo no lo podía evitar.

Unas cálidas manos me atrajeron hasta un cuerpo fornido igual de cálido, su pecho era bastante duro como si pasara horas en el gimnasio pero muy acogedor, pase mis manos por su cuello ante el único que podía salvarme de ahogarme y él recibió con suavidad a pesar de mis movimientos bruscos.

Mantuve los ojos cerrados hasta salir a la superficie, donde pude aspirar oxígeno todo el oxígeno que me hizo falta.

—¡¿Qué estabas pensando?! —me gritó mi salvador, su voz se notaba en pánico y sus dedos temblaban en mis hombros y el reverso de mis rodillas, ¿me estaba cargando como una princesa en el agua?

Pase mi mano por mi rostro quitando la mayor parte del agua para poder abrir los ojos, al hacerlo un hermoso chico me recibió mirándome asustado con ojos naranjas recorriendo mi cuerpo por completo, como si buscara alguna herida.

Sus pecas fue lo primero en que me fije, luego fue su cuerpo que se sentía tenso contra el mío, estaba ligeramente bronceado.

—Puede que no vayas a morir pero no significa que no puedas tener un trauma. —se quejó empezando a nadar a la orilla sin aún soltarme. —¿Sabes lo asustado que me sentí al verte pasar más tiempo del necesario debajo del agua y que luego aparecieron un montón de burbujas? —me reprochó empujándome fuera del agua con suma delicadeza.

Apreté los labios sintiéndome mal por el chico, pero no lo conocía de nada, estaba por agradecerle y simplemente marcharme sin embargo las palabras de mi boca y mis acciones no iban a par con mi cerebro.

—Lo siento tanto. —murmure deslizando mis manos por sus mejillas que se colorearon ante mí contacto. —Solo quería ver a los peces, pero en algún momento no puede subir, no quería asustarte, lo último que quiero es ver ese color en tus ojos.

¿Qué?

Mi voz salió dolida, como si estuviera sufriendo por el susto del muchacho.

¿Peces? —pensé extrañado sin poder recordar haber visto algún pez por allí.

—Sí no lo quieres entonces no me asustes de esta forma. —susurró pegando su frente con la mía, sus ojos cambiaron rápidamente a un rosado pálido.

Espera… ¿eso es posible?

—Te lo prometo, estaré a salvo así que tú también debes estarlo. —dijo de nuevo mi boca sin ningún consentimiento. —Y debes prometerlo también. —exclamé, por alguna razón sentía que era como un niño haciéndole prometer algo a un adulto que todos sabían que no cumpliría menos el niño.

—Yo estaré bien sin importar que pase, mientras tu estés bien, no me ocurrirá nada grave. —me dijo con una suave mirada, una gran honestidad se podía ver en sus ojos. —Ahora debes volver a subir el ánimo de esta encantadora cita. —afirmó en un tono de cantarin muy burlón, pero con una sonrisa llena de afecto.

Contrato: UniónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora