Capítulo 12

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Una nueva mañana llegó a Fight Falls, los pájaros cantaban, una temperatura de 36°C, un perfecto día para hacer lo que quisieran, y por último los gritos emocionados de los que hacían apuestas para las peleas de ese día.

Desgraciadamente ese día no iba ser bueno para el estado emocional de un castaño.

Tyrone 

Estábamos almorzando tranquilamente, aunque más bien trataba de idear un plan para poder hablar con Bill sobre los colores de sus ojos, necesitaba saber la información sobre el color azul, aunque… la probabilidad de que sea la tristeza es grande, pero necesitaba saberlo a ciencia cierta.

—Yo voy. —dijo el loco demonio amarillo de nombre Bill levantándose de la mesa, desde ayer se le ve pensativo, algunas veces grita lleno de frustración al aire, ya estábamos acostumbrados por los gritos de Mabel de la nada, otro más no hace la diferencia. —Oigan, llegaron unas flores con una nota. —habló acercándose.

Me levanté estaba por tomar mi plato cuando esas malditas flores ocuparon mi campo de visión de la mesa.

Me levanté estaba por tomar mi plato cuando esas malditas flores ocuparon mi campo de visión de la mesa

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(Descripción visual)

La ira, frustración y miedo creció en mi pecho, frente a mi las flores del infierno también conocidas como Lycoris. Me tragué los nervios y tomé la nota que había entre el ramo, apenas las vi supe que debía aceptar lo que sea.

Hemos decidido viajar por todo el mundo, por lo que ustedes se quedarán en Fight Falls.

Diviértanse.

Con amor, Papá y Mamá.

Arrugue la nota enojado y la lance lo más lejos que pudo. —Ja, porque no me sorprende. —reí divertido cosa que no llegó a mis ojos.

Salí del comedor sintiendo un revoltijo de emociones, incluso podría vomitar en este momento.

Mi brazo fue jalado contra un pecho, al sentir otra vez ese olor a Lycoris combinado con adrenalina supe que era Phill, pero la sensación de sus manos en mi cuerpo solo me alteraban más.

—Tyrone. —me llamó serio mirándome a los ojos.

Le di un manotazo al ver como trataba de tocar mi mejilla.

—No me toques. —murmure entre dientes conteniendo toda mi molestia en mi ser, él no tiene la culpa de nada aún así no me gusta, ¿Por qué tenía que tener el mismo aroma?

—Pero, Tyrone tú… —trató de preguntar al ver como su mano volvía a intentar tocarme.

La adrenalina recorrió mi cuerpo, mi mente se bloqueó y solo actué, tomé su chamarra y lo acerqué a mi rostro. —Entiende una maldita vez, nacho psicópata no me toques, no me hables, es más ni me mires. —gruñi enloquecido, lo solté con un empujón. —No sé ni porque mierda sigues aquí. —dije mirando sus ojos envolverse en un azul marino antes de subir a mi cuarto y encerrarme con un fuerte golpe.

Me arrojé a la cama juntando mis piernas contra mi, quedando en una posición fetal.

¿Por qué cuando mejor estoy pasa eso?

No me malentiendan quedarme en Fight Falls es la mejor decisión que ellos pudieran haber tomado, pero… tenían que enviar esas flores.

Lycoris.

La flor favorita de mi madre, aunque dudaba que supiera su significado.

Está asociada con la pérdida, añoranza, el abandono y los recuerdos perdidos.

O tal vez si sabe su significado y por eso nos mandaba esa estúpida flor.

Nuestros padres siempre han sido personas libres, nos han dejado a nuestra suerte en muchas ocasiones, pero a eso ya estaba acostumbrado.

El problema radica en que cualquier pedido que llegáramos a pedir estaban esas flores con una disculpa sin sentimiento en un vil papel.

Esas flores habían aparecido como diciéndome que mis planes iban a fracasar, que ya no me ilusione porque todo iba a acabar mal para mi, como siempre.

Esas flores siempre iban acompañadas de mis deseos rotos, mis pedidos ignorados, a sus palabras vacías, promesas olvidadas.

Ya no quería sufrir, si debía alejarme de Phill antes que mi corazón se rompiera cuando apareciera su Agapē lo iba a hacer.

Porque nunca obtenía lo que quería y ya estaba acostumbrado a eso.

Mabel 

Me tense al ver esas flores, al ver a mi hermano arrojar esa nota supe que otra parte del corazón de mi hermano se había roto.

Sabía que esas flores eran la señal de cómo mi hermano iba a perder por así decirlo una parte de su alma, lo tenía claro por su mirada.

Lo peor justo en el momento en que se había decidido a acercarse a Phill, al verlo desaparecer del comedor seguido del demonio rojo, camine hasta la nota y la leí.

La alegría brotó en mi pecho, me sentía emocionada.

—¿Qué dice? —me preguntó el Tío Stan.

Emocionada le pasé la nota para que leyera, fue cuando no comprendí la reacción de mi hermano, confundida salí del comedor.

Mis tíos estaban atentos a la nota, peleando por quien lo leería primero y luego estaba Bill mirando todo de forma analítica, supongo que no sabe qué hacer en esta situación.

Al llegar a las escaleras escuché la voz de mi hermano.

—No se ni porque mierda sigues aquí. —dijo con esa voz tan fría y seca, sin sentimiento alguno al igual que su mirada, se marchó dejando al demonio rojo con las palabras en la boca.

Fue allí cuando entendí que las flores habían sido una señal de que lo que quería esta vez no lo iba a conseguir jamás.

Por primera vez me sentí impotente en algo referente a mi hermano, ¿Qué podría hacer? Nunca podría disipar el dolor que mantenía en su corazón, entonces… ¿Qué le quedaba? 

—Mabel, ¿Qué le sucede a Tyrone? —me preguntó Phill, sus ojos azules cerúleos me impresionaron.

—Por que no toman asiento en la sala. —intervino de la nada Bill, señalando el camino.

Yo asentí algo o más bien bastante confundida con todo lo que ocurría, solo seguí a Bill y Phill me siguió a mi.

Una vez acomodados en los sillones abrí la boca, ¿De verdad iba a contarles la vida privada de mi hermano? —me pregunté, pero al ver los ojos de Phill aclararse aún más terminando en una azul cielo, supe que debía hacer algo.

Estaba segura que de alguna forma con esta charla saldría algo bueno.

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