Capítulo 26

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Mason

No me considero una persona curiosa, la verdad me da igual la mayoría de lo que pasa a mi alrededor. Puede caerse incluso el cielo y no le daría mayor importancia.

Pero aquí estoy… mirando al demonio William, normalmente temblaba y lloriqueaba como si fuera un bebé, claro que eso no ha cambiado.

"Pero" siempre hay un pero… 

Extrañamente además de sus lloriqueos sin control está tenso.

¿Cómo lo sé?

Soy muy observador, el pequeño demonio siempre antes de servir la cena empieza a jugar con sus dedos antes de presentarnos una deliciosa comida con un chasquido.

En cambio hoy mantiene sus manitas fuertemente apretadas en puños a los lados de su "cuerpo".

—Ya llegué. —exclamó mi tío Stan entrando de golpe en el comedor.

—Hasta que te dignas en aparecer. —le gruñó mi tío Ford. 

—Lo dice quien siempre tengo que ir a buscar. —le respondió girando sus ojos con fastidio.

—Como sea, William sirve. —habló el tío Ford con una mueca.

—S-Sí, enseguida. —contestó.

Yo solo podía mirarlo curioso, no ha tartamudeado tanto como lo hace normalmente, definitivamente es extraño.

Lo vi chasquear los dedos, al ver la mesa me quedé en blanco.

Habían platos, vasos y cubiertos, un vistazo perfecto para un amante a la limpieza, sin embargo sin una pizca de algo comestible.

—¡¿Qué es esto?! —exclamó molesta mi hermana.

—¡¡Willam!! —gritó mi tío muy molesto incluso se empezaba poner rojo, si sigue así se le explotara una arteria. —¡¿Qué demonios es esto?! 

—Ya, hay que tranquilizarse. —intervino mi tío Stan.

—¡Tu te callas! —exclamó molesto, sacando el látigo que empezó a guardar en su cinturón. —Solo te pedí una cosa. —afirmó dándole un golpe al demonio.

—Y-Yo lo-lo siento. —dijo nervioso volviendo a chasquear los dedos y aparecer la comida. 

Mientras todos empezaban a comer el tío Stan le dio una mirada fugaz, se notaba preocupado. Yo por otro lado no podes quitar la mirada del demonio que veía sus pequeñas manos nervioso e incluso preocupado.

¿Que le pasara al demonio de mi tío?

Después de la cena cada uno se separó, mi tío Ford a sus inventos notándose bastante molesto, mi tío Stan creo que se fue a su pieza, aunque mantenía una mueca en su rostro, mi hermana le dio todo igual y se fue a terminar de ver sus compras, yo por otro lado traté de distraerme leyendo un nuevo libro.

Un juego para toda la familia.

Para mí infortunio no podía concentrarme, ni siquiera había logrado pasar la primera página. Grité frustrado contra la almohada.

Me levanté y tomé el medallón, me lo colgué en el cuello. 

Usar magia, ¿eh? —pensé levantando las manos haber si pasaba algo, lo intenté una y otra vez, pero nada.

Resople molesto por no obtener ningún resultado. 

—¿Qué tal si te ayudo con eso? —escuché la voz de William por toda mi habitación haciéndome dar un salto.

Contrato: UniónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora