Capítulo 37

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Will

—¡Santo conocedor de los billetes verdes! —escuché el grito alterado de Stan.

Siempre pensando en el dinero. —pensé divertido levantando mi rostro de su cama. —Hey, ¿Qué tal? Yo estoy peor que tú. —dije divertido al ver su rostro, labio partido y un moretón en las mejillas.

—El otro definitivamente quedó peor. —me respondió divertido sentándose en una silla acercándose a la cama. —¿Fue Ford? —me preguntó preocupado.

—No te sorprende que tenga forma humana. —le dije tratando desviar el tema, no quería otro de sus discursos.

—Eres una caja de sorpresas, aunque cuando te vi allí tirando estaba pensando en sacar una escopeta. —me dijo riendo. —Pero eso no fue lo que te pregunté.

—Sí, fue Ford. —solté junto con un suspiró, de todos modos lo sabría por más que se lo tratara de ocultar, además es más que obvio quien puede lastimarme sin resultar herido. —Se enojó cuando le dije que no podía aparecer sus materiales, así que me golpeó como siempre, pero mi magia… se volvió loca de nuevo y… me transforme frente a él, me golpeó hasta cansarse en esta forma. Mi magia dejó de funcionar y estoy utilizando la poca que me queda para curarme. —le explique.

—Debí golpearlo más fuerte. —gruño molesto.

Yo traté de reír, pero salió más como un quejido. —Así que fue con él con quién te diste a golpes.

—Ford es tan irritante. —murmuró entre dientes. —¿Estarás bien? —me preguntó preocupado, mirando mi espalda atentamente.

Por su mirada sabía que me veía muy mal.

—Solo tengo que esperar un rato más para curarme tranquilo. —le dije relajado, aunque sabía que tenía que tener cuidado no quería preocuparle.

Después de todo mi magia está peor a cada segundo que pasa.

Viernes

Mi tan esperado viernes que nunca llegó, solo vigile a Mason con una de mis llamas, se veía emocionado.

Llegó a la banca donde siempre nos encontramos y esperó, durante unas largas y tortuosas horas en las que me hubiera arriesgado a utilizar magia en este estado delicado, pero por alguna extraña razón, Stan aparecía en el momento justo en que pensaba hacerlo.

Ver como su expresión se desmoronaba poco a poco con el pasar de los segundos, los minutos y las horas fue como si me clavaran algo al pecho cada vez más profundo.

Pero por más que trataba de ir con él, Stan me detenía.

Deje de verlo cuando decidió ir a casa.

—¿Te sucede algo? —me preguntó Stan, limpiaba cada tanto mi espalda y ahora lo estaba haciendo.

—Yo… —¿Se lo digo...? —No es nada. —termine por responder.

Es mejor de esta forma, yo nunca debí presentarme frente a él.

—Ya veo. —me respondió, aunque era obvio que se veía inconforme.

No he podido volver a mi forma de demonio para una recuperación más rápida.

—Estás listo, iré a preparar el almuerzo. —me dijo levantándose.

—No tienes que hacer eso. —murmure.

—Tenemos un trato ¿No? —me dijo con una gran sonrisa de comprensión. —Cuando tu magia no funcione yo haré tu trabajo. —con esas palabras se fue.

Contrato: UniónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora