Capítulo 30

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Will

Estaba en mi labor de siempre completando el estúpido trabajo que debería hacer Ford, mi ánimo mejoró al sentir como Mason intentó hacer magia sin mucho éxito.

Me alejé de la mansión y me metí en el bosque cercano, no muy lejos de la salida. Me transforme en un humano justo cuando sentí como Mason lograba utilizar magia.

Deje de prestarle atención para concentrarme en mis poderes y cambiar de apariencia, necesito contratar a un par de personas y dudo que quieran aceptar si me presento como demonio. 

Fruncí el ceño al darme cuenta que por más que trataba de cambiar mi apariencia no lo lograba, molesto con esto empecé a emplear más y más magia al ver que no surtía efecto.

En algún momento perdí la conciencia, tal como si acabara de entrar en un sueño donde todo lo controla la inconsciencia, me sentía abrumado y pesado, mi cuerpo empezó a caminar sin mi consentimiento buscando algo entre los árboles del bosque.

Empecé a jadear sin remedio, me sentía como si me faltara el aire, aunque no lo necesitara, me sentía abrumado como si necesitara algo con desesperación.

Al salir del bosque lo vi… sus ojos azules árticos que transmitían tanta frialdad, pero en el fondo tanta tristeza, sus labios tan tentadores, su expresión neutra que me hacía despertar la parte más retorcida de mí que me gritaba una y otra vez:

Rompelo.

Y esa maldita camisa blanca con los primeros botones sueltos mostrando su piel pálida tan perfecta, dejando ver el amuleto en su cuello, casi como si gritara que él es mío y solo mío.

Maldición. —pensé acercándome a él tambaleando hace mucho que no caminaba como tal.

Al estar frente a él me sentía tan tentado a besarlo, azotarlo, hacerlo gritar y gemir mi nombre. Hacerlo mío sin importar nada más.

—————

—Wou, wou, wou. —solté impresionado por sus comentarios. —Siempre creí que eras el más calmado y tranquilo de los tres y ahora resulta que eres el más retorcido y más ansioso. —murmure impresionado prestando más atención a lo que pasará.

—————

Tragué en seco bajando mi cabeza hasta su hombro, necesitaba tranquilizarme.

No puedes hacer una locura. —me repetía una y otra vez en mi mente, dando un suspiro buscando tranquilidad.

Muy grave error.

Al estar tan cerca percibí un sutil aroma a jazmín, sin darme cuenta acerqué mi nariz a él fundiéndome con ese aroma tan irresistible, al sentirlo estremecerse una ganas incontrolables de saber cuál sería el sabor de su piel me inundaron el juicio. 

Toqué levemente mis labios con su cuello, al sentir como se tensó me separé abriendo los labios, necesitaba morderlo y hacerlo escapar algunos dulces sonidos.

Un pensamiento entró en mi mente como si fuera una bala.

¡¡Oh, por dios!! ¡¿Un chico guapo se desmoronó frente a mi?! ¿Acaso es el destino? —escuché la voz de Mabel muy ilusionada.

Me separé de golpe al darme cuenta de las intenciones y pensamientos que me recorrían al ver a este chico.

—¿Estas bien? —preguntó Mabel acercándose a mí preocupada.

Cerré mi habilidad para leer pensamientos al percibir cómo los pensamientos de Mabel golpeaban mi mente.

¡¡Chico guapo, chico guapo!!

—Yo… disculpa. —dije viendo a Mason mientras arreglaba mi flequillo, lo último que quería era que vieran el ojo cerrado en mi frente.

—No… no importa. —me respondió, su mirada demostraba confusión, pero no me atrevía a leer su mente, me daría dolor de cabeza los pensamientos de Mabel. —¿Tú te encuentras bien? —me preguntó curioso y tal vez hasta preocupado.

—Si, disculpa es… —una excusa, una excusa. —No he comido y mis hermanos me pidieron hacer unas compras, había estado trabajando toda la noche, por lo que la situación se puso un poco mal. —les dije riendo levemente.

Que se lo crean, por favor que se lo crean.

—Ya veo, incluso si no pudiste dormir debiste comer, aunque sea algo, creo que te dormiste cuando te recostaste sobre mi. —dijo en un ligero tono de reproche, se notaba… ¿preocupado?

—Hermano no tienes que ser tan Helado. —dijo de forma burlona la chica. —¿Por qué no te vienes con nosotros? —me invitó de forma amable. Es extraño considerando la forma de gritos y quejas en lo que me pide todo. —Nosotros también vamos a comprar, podemos ayudarte a conseguir lo que quieres y luego vamos a comer, ¿Qué tal? —me preguntó animada.

Incluso sin necesidad de leer su mente percibía los gritos en su mente para que dijera que sí.

—Ehh, bueno… creo que esta bien. —me decidí por ir, de todos modos necesito un descanso de todo, tal vez me haga bien.

—¡Genial! —afirmó animada Mabel antes de tomar mi brazo y dirigirse al centro comercial.

Bien, hay muchas tiendas para decidir qué "quieren" mis hermanos. —pensé dándole una sonrisa a la chica.

Narrador 

Los tres chicos nada más entrar al centro comercial entraron en la primera tienda de ropa elegante que vieron.

—No pienso usar un traje de color arcoíris que te quede claro. —argumentó enseguida Manson al ver a su hermana mirando vestidos y trajes con muchos colores.

—Buff, está bien. —dijo de mal humor la gemela, empezando a ojear los diferentes diseños del lugar.

—Lamento que te hayas envuelto en esto, pero mi hermana tardará un siglo eligiendo algo, definitivamente te recompensare con una buena comida. —dijo Manson dándole una mirada de culpa.

Algo que conmovió mucho al demonio. —No, no, está bien, necesitaba pasar un tiempo libre. —le respondió con una gran sonrisa.

Esto sorprendió al muchacho que no pudo evitar que se desplegará una pequeña sonrisa.

—¿Qué tal… si los ayudo con eso? —preguntó el demonio embobado, era la primera vez que veía la dulce sonrisa del muchacho.

—¿Eh? ¿De verdad? —preguntó impresionado.

—Claro que sí. —exclamó emocionado.

—Mientras no sea algo súper chillón, está bien. —le aclaró encongiendose de hombros, volviendo a su mirada neutral, pero ya era tarde, al demonio solo le faltaba una cola para demostrar su felicidad.

—¡Claro! —exclamó alegre llevando una mano a su frente, no le habían dado ninguna orden y ni siquiera le favorecía cumplirla, pero el demonio quería hacerlo.

El peliazul camino por la tienda viendo la ropa del lugar, pero por más que vía no había nada le llamaba la atención, no había absolutamente nada que le prendiera el foco.

Hasta que vio una capa azul, morada y negra en perfecta combinación como si fuera el universo mismo.

Volteo la mirada al muchacho que vía desinteresado el lugar, que al sentir una mirada familiar volteó al joven que "acaba" de conocer.

Desvió la mirada incómodo al darse cuenta que este lo miraba demasiado, además que se sentía muy parecida a la mirada del demonio que estaba en su casa, pero eso no era posible, ¿o si?

Al peliazul se le encendió el foco una imagen perfecta para él le llegó a la mente, a partir del color de ojos del chico.

Agarro un pantalón negro y una camisa obviamente de la talla del preadolescente, pero por más que buscaba no encontraba la chaqueta del color que necesitaba. Molestó por no encontrar lo que requería, sin que nadie lo viera cambio el color de la chaqueta por una azul ártico y tomó una cinta para que lo adornara con el amuleto.

Alegre con su elección entró en una cabina dejando todo en un gancho, luego salió llamando a Mason.

Contrato: UniónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora