Capítulo 55

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Phill

—Es tu turno. —me dijo emocionado mi Señor con una sonrisa resplandeciente, se ve bastante animado.

—Sí. —le dije suavemente antes de besar sus labios rápidamente antes de levantarme.

—¡Phill! —me recriminó con las mejillas rojas. —Suerte con eso. —le comenté a Bill tocando su hombro. Mi hermano solo asintió manteniendo la vista y ocultando con su propio cuerpo a nuestro hermano menor, 

Subí al cuadrilátero con una gran sonrisa al ver a ese imbécil de negro acercandose al igual que yo.

—En marcha. —gritó el bueno para nada del "árbitro".

Veamos qué tan bueno eres. —pensé con una gran sonrisa, al verlo acercarse.

Una vez estuvo frente a mi me dio un fuerte derechazo en la mejilla, haciéndome voltear el rostro, sin embargo, me mantuve quieto.

Ese chico cayó redondito "aprovechando" que me mantenía quieto, empezó a golpearme fuertemente uno tras otros.

Un golpe.

Dos golpes.

Tres golpes.

Cuatro golpes.

Cinco golpes.

Uno tras otro sin descanso, mi estómago, mi pecho y mi rostro eran golpeados sin descanso, empecé a retroceder sin remedio.

Golpes particularmente fuertes, al llegar a las cuerdas del ring, me empezó a dar patadas sacándome el aire.

Se separó de mí después de unos diez minutos de puros golpes, escuchaba su respiración acelerada mientras me quedaba apoyado en las cuerdas.

Phill… —escuché el murmullo preocupado de Tyrone.

Estoy bien Mi Señor, tranquilo. —le respondí suavemente.

¿Qué haces?—me preguntó confundido.

Ya veras~ —respondí divertido.

Escuche los pasos del inútil, cuando se acercó lo suficiente a mi lo miré con una sonrisa desquiciada que lo hizo retroceder asustado.

—Ya gané, ¿Por que no lo declara? —preguntó irritado el imbécil de negro.

—Porque no has ganado. —respondí con soberbia escupiendo algo de sangre, limpie mi boca con el dorso de mi mano antes de acercarme a él con una de mis mejores sonrisa de psicópata. 

A paso decidido me acerqué al chico que empezó a temblar sin darse cuenta manteniendo su postura de defensa.

Al tratar de golpearme, tomé su mano y la doble ligeramente logrando que soltara un quejido, trató de liberarse con su otra mano, pero también la atrapé, junte ambas dejándome libre el camino de su estómago y empecé a golpear.

Desquitandome por sus acciones y pensamientos hacia mi hermano, también la razón por la cual no lo podía perdonar por golpear y maldecir incontables veces con su voz y en pensamientos a mi Señor.

—Pa-Para… —escuché su murmullo apenas logrando decir por la falta de aire.

—¿Qué dices? —le pregunté divertido.

—¡Qu-Que bru-brutal. —comentó el árbitro inútil, el lugar se encuentra particularmente en  silencio, eso incluyendo los pensamientos en blanco de todos.

—De-De-Deten-tente, por-por favor. —logró decir de nuevo.

Lo solté tirándolo al suelo para empezar a patearlo, ese miserable jamás le tocará un pelo a mi Señor.

Contrato: UniónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora