Capítulo 74

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Narrador

—¿Hablarán con nuestros padres? —preguntó la chica pestañeando lentamente a Alex.

Cosa que ponía nervioso al chico, ella era demasiado adorable para su corazón o al menos eso creía él.

—S-Si. —tartamudeo con una sonrisa boba.

Dipper rodó los ojos divertido al ver la relación de esos dos, se habían vuelto bastante unidos y siempre que la chica quería algo era el primero en correr.

—Deberían declararse de una vez. —murmuró Eric divertido mirando al castaño sus ojos brillantes demostrando admiración y dejándose embobar por un olor a frutos rojos que desprendía de él.

—Si. —le respondió divertido Dipper, volteando la mirada al chico, bajó la mirada incómodo con el brillo de sus ojos, aunque el chico es un gran amigo y le gusta su compañía, pero las cosas se vuelven extrañas cuando cruzan sus miradas. —¿Pasa algo? —preguntó con una mueca en su rostro aún con la mirada baja para no molestar a su amigo.

—N-No, es solo que me gusta tu aroma a frutos rojos. —le respondió nervioso apartándose un poco del chico al notar su incomodidad.

Dipper frunció el ceño y levantó el rostro hasta toparse con la mirada clara y nerviosa de Eric.

—¿De verdad? —soltó extrañado, al ver la sinceridad del chico.

Eric asintió extrañado por la mirada de confusión de su amigo.

La razón era simple, Dipper sabía con certeza que su aroma era de canela según su dorito, pero ahora uno de sus amigos le decía que olía a frutos rojos lo cual era aún más extraño porque normalmente nadie percibía estos aromas con certezas.

Claramente todo eso se lo dijo cierto demonio amarillo.

Dipper llegó su mano al mentón tratando de recordar si efectivamente Bill le había dicho que su aroma era canela.

Flashback 

—Bill, déjame en paz. —le reprochó el niño tratando de hacerle preguntas a un fénix que el dorito le mostró en la profundidad del bosque, un animal que muy poco se deja ver, pero jamás podría ir en contra de su Rey.

—Pinetree~ Hazme caso. —pidió con un puchero en sus labios.

—Después. —le respondió Dipper frunciendo el ceño.

—Pero quiero tu atención. —murmuró suavemente en su oído provocando un estremecimiento en el niño. —Quiero que tus ojos me miren solo a mi. —susurró con una sonrisa atrevida al sentir el estremecimiento y las mejillas teñirse de rojo. 

El demonio voló rodeando a Dipper deteniéndose cuando estuvo frente a él.

Tus lindos ojos deben mirarme a mí, tus labios besarme, tus oídos escucharme, tu corazón debe palpitar solo por mi y tu magnífico aroma a canela solo puedo olerlo yo, ¿entendido? —le dijo de forma posesiva.

Dipper que parecía más un tomate recién cosechado empujó al demonio tirándolo al piso. —¡Sueñas! —gritó avergonzado antes de salir corriendo lejos de él.

Fin del Flashback 

—…per… pper… ¡Dipper! —despertó al gemelo de los recuerdos de golpe.

—Oh, lo siento. ¿Qué decías? —preguntó confundido, por alguna razón sentía el vacío en el pecho crecer de forma descontrolada.

—Que nos vamos a hablar con tus padres. —dijo Alex calmado, acostumbrado al limbo que usualmente caía su amigo.

—Bueno, hay que irnos entonces. —dijo sin darle mucha importancia a las miradas de consternación de su hermana y su amigo.

De esa forma los cuatro caminaron directo a la casa de los gemelos, no estaban sus padres y al parecer iban a tardar más de lo esperado por lo que no les quedó de otra que dejarle el contacto de sus padres en un papel y se marcharon.

Sus padres ya tendrían tiempo de hablar con los de sus amigos.

Cuando la noche cayó, fueron a dormir, sus padres se estaban demorando más de la cuenta por lo que no les quedó de otra.

Mi pequeño y amado Pinetree no tengo lamentos de lo que hice, porque sé que estarás bien en alguna parte.

Solo espero que mis hermanos logren a tiempo lo que le pedí.

Despertó con un suave jadeo, ya más acostumbrado a despertar de esa forma, empezó a limpiar las lágrimas soltando un suspiró agotado.

—Bill, ¿Por qué sigues hablándome después de todo un año? —preguntó en un susurró deprimido, sintiendo como ese vacío inundaba casi por completo su pecho.

—Oh, mi niño no pensé que estarías despierto a esta hora. —le dijo su madre trayéndolo a la realidad, una vez entró en el cuarto.

—Ah, si. —le respondió Dipper tratando de mostrarle una sonrisa, por suerte lo logró a la perfección o por lo menos eso pensó él. —¿Qué hora es? —preguntó curioso saliendo de entre las sábanas, cada vez que despertaba así le era imposible conciliar el sueño.

—Son las 4, pensaba arreglarte la maleta para que vayan a la acampada. —me respondió con una tranquila sonrisa.

—¿Eh? ¿Hablaste con los padres de Alex? —preguntó confundido. —Una hora más temprano que ayer. —pensó evitando decirle a su madre algo que obviamente la preocuparía.

—Sí, ayer cenamos con ellos y nos comentaron sobre los planes de la acampada, estuvimos hasta tarde charlando. —le respondió riendo dulcemente. —Y accedimos, de todos modos tenemos los números de emergencia.

—Bien, alistare mis cosas. —dijo mostrándole una sonrisa.

—Mi niño, si hay algo de lo que quieres hablar estoy aquí, ¿bien? —habló su madre con una suave sonrisa frotando su cabello.

Lo noto desde el momento en que entró, el rastro de las lágrimas, su falsa sonrisa, su mirada vacía, simplemente no parecía al niño que ella crió.

—Sí. —susurró suavemente, tratando de aliviar ese hueco en su pecho con la calidez de su madre.

Contrato: UniónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora