Capítulo 25

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Will

Desgraciadamente no he logrado romper esa máscara de indiferencia, pero… entre más pasa el tiempo más me interesa este niño, es la primera que me pasa algo así.

Debido a sus constantes palabras: "Que aburrido" "¿No hay nada interesante aquí?"

Decidí hacer algo y ponerlo a prueba, ¿Que hará este mocoso si le doy algo de magia? 

Con eso en mente busqué una gema cualquiera y mezcle parte de mi magia en ella. Fue más complicado de lo que esperaba y me tomó un par de días, pero al fin está listo.

Veamos qué harás con esto, pequeño~

Había pasado casi toda la tarde terminando esto, pero qué más da. 

La mansión estaba particularmente silenciosa, eso solo significaba que Stan y Mabel salieron muy posiblemente de compras, por lo que no me detuve a mirar otro lugar y fui directo al cuarto de Mason.

Allí estaba sentado en la cama leyendo otra vez uno de esos libros complicados, Misterios de las Cuatro Cartas, se ve bastante concentrado.

Tenía una buena oportunidad para hablar con él sin ninguna interrupción, pero no pude interrumpirlo. Me senté en el soporte de la cama viendo como lee tranquilamente, sin darme cuenta entré en su mente deleitándome con su lectura.

No sé cuánto tiempo pasó, pero escuchar el murmullo de su mente y las situaciones que creaba me dejaron absorto.

Volví en mí cuando cerró el libro, levantando su mirada hasta dar en mi. —¿Qué te pareció? —me dijo con una sonrisa de burla.

Era obvio que me notaría, esa era mi intención en un principio.

—Muy interesante. —solté con total sinceridad, ni siquiera me había dado cuenta en qué momento respondí hasta que ya era tarde.

—Me alegra. —me habló esta vez con una sonrisa más tranquila.

Por un milisegundo sentí todo mi cuerpo arder.

—¿Viniste a hacer algo por aquí o solo a pasar el rato? —me preguntó mirándome con curiosidad.

De nuevo, rosa. —escuché de nuevo el murmullo en su mente.

Espera… ¡¿Estoy rosa?! Esto es vergonzoso.

—Ehh, yo… viene porque… habías dicho que es aburrido y… bueno, yo quería, ya sabes algo para… —balbucee.

¡¿Qué rayos estoy haciendo?! ¡¿Por qué no puedo ordenar mis propias palabras?! ¡¡Que locura!! 

—¡Espera! Cálmate un momento, respira y vuelve a hablar. —me dijo tranquilo, esperando pacientemente mi respuesta, al parecer no está irritado ni nada por el estilo.

—Emm, te traje un regalo. —comenté una vez hice lo que me pidió.

—¿Un regalo? —me preguntó mirándome confuso. —Pero no es mi cumpleaños, ni navidad, es más particularmente hoy no es ningún día festivo, ni nada. —volvió a decir, su mirada mostraba desconcierto.

—¿No puedo darte un obsequio porque así lo quiero? —pregunté dudoso. —¿Es realmente extraño? Tendré que preguntarle a Stan.

—Ah, no. —me dijo moviendo sus manos frenéticamente en lo que parece negación. De un momento a otro se detuvo, soltó un suspiró agotado. —Está bien, ¿Qué tienes?

Por mucho que quería parecer indiferente, las mejillas levemente sonrojadas lo hacían ver demasiado tierno para su seguridad.

—Un amuleto. —le respondí animado sin darme cuenta.

Contrato: UniónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora