Capítulo 84

530 38 20
                                    

—Pensaba que ya no salías —dice con los brazos cruzados, apoyado en su coche.

—¿Y perderme la cena? —pregunto jugando.— Hoy te toca pagar a ti, ¿Verdad? —doy la vuelta a su coche y sin preguntar me meto.

—Ayer pagué la comida —contesta mientras se sienta en el asiento del conductor.

—Y yo el postre.

—No cuenta como comida. Te toca a ti —me dice antes de poner en marcha el coche.

—Eres millonario —afirmo.

—Tú más —contesta como si nada mientras maniobra para salir de la plaza de aparcamiento.

—Eso es mentira —me defiendo.

—Tus padres lo son entonces —me dirige una mirada desafiante durante unos segundos.

—Hace tres días también pagué unos helados cuando no me tocaba —continuo con mi defensa.— Sumando eso con lo de ayer pienso que podrías compensarlo pagando hoy —Tom suelta un suspiro exasperado.

—Está bien... —sonrío satisfecha y enciendo la radio.

Después de un viaje de casi media hora llegamos a Santa Mónica. Aparcamos en un aparcamiento subterráneo y los dos caminamos hacia "The Rose Venice", el restaurante que he encontrado en internet por el camino.

Intentamos darnos un poco de prisa porque según la página cierran a las diez y ya son las nueve y media. En cinco minutos llegamos y una chica joven nos atiende en la entrada.

—Hola, hemos visto en la página web que cierran a las diez. ¿Podemos cenar? —la chica se sorprende al vernos.

—S-sí. Esperen un segundo, por favor. Voy a hablar con el encargado.

—Gracias —digo antes de que se vaya prácticamente corriendo al interior. Me giro a ver a Tom.— Creo que nos ha reconocido.

—Tal y como en el resto de sitios —dice divertido. Escasos segundos después, un señor mayor con bigote sale del local.

—Por favor, pasen —nos dice sonriente.

—¿Hay algún problema con la hora? —pregunta Tom.

—No, no... Por supuesto que no. Pueden quedarse cuanto necesiten. Síganme —el hombre gesticula un montón y no puedo evitar que se me forme una sonrisa. Tom se gira sonriendo también antes de ponerse a seguir al hombre.

Caminamos por un pasillo que da a un par de salas donde varios grupos de personas están cenando. Pero ninguna parece ser para nosotros. Llegando al fondo del pasillo una terraza relativamente grande aparece. Varias personas se encuentran ahí, pero en grupos de dos o tres no como en el resto de las salas. El hombre se acerca a una de las mesas libres.

—Por favor, tomen asiento. Algún compañero les entregará la carta en seguida.

—Gracias —contestamos los dos y nos sentamos.

—¿Tú crees que si hubiéramos pedido quedarnos a dormir también hubieran accedido? —me tapo la boca para evitar soltar una sonora carcajada y en cambio suelto un ruidito extraño. Tom se ríe de esto.

—No seas chulo —le susurro cuando se me pasa la risa. Él me sonríe con malicia y levanta la mano.

—Perdone —dice llamando la atención al camarero que abandonaba otra mesa cercana.

—¿Qué haces? —le pregunto en un susurro, encogiéndome en mi sitio de la vergüenza, mientras el camarero se acerca.

—¿Qué desean?

Yellow Hearts 💛 // Tom HollandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora