Capítulo 49

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Sonrío de oreja a oreja.

— ¿Qué haces tú aquí?

— ¿Prefieres que me vaya?

— Anda. Pasa, tonto digo cogiéndolo del brazo y metiéndolo en la habitación.

— Ales ríe y anda hasta el interior de la habitación.

— Creía que tenías unas fotos hoy —digo acercándome a él.

— Me las han pospuesto a mañana. Así que he pensado en un plan...

— ¿Un plan? —pregunto colgando mis brazos en su cuello, él coloca sus manos en mi cintura.

— ¿Y si salimos los dos a comer? —sonrío.

— Me gusta el plan —acorto la distancia para besarle, pero unos segundos después me separo. — Aunque antes debo prepararme...

— Por mí como si vas con pijama y en bata... Estás igual de guapa —ruedo los ojos y vuelvo a darle un beso.

*****

La comida con Ales fue de lo más agradable. Estuvimos hablando de las próximas grabaciones de la serie y yo le comenté la poca información que tenía de la película de la Capitana Marvel.

Fuimos bastante discretos y conseguimos que nadie nos reconociera en el restaurante. También es que Ales tuvo mucho cuidado en elegir un restaurante más privado para evitar problemas.

Los fans de la serie, shipean a mi personaje con el suyo y con el de Cameron, casi a partes iguales. Pero en la vida real, también empezaron a shipearnos muchísimo a Ales y a mí. Hay especulaciones de que somos novios y ni siquiera sé cómo se han podido dar cuenta. Supongo que por la complicidad que demostramos tener en las entrevistas...

Al terminar de comer, Ales y yo vamos al aparcamiento subterráneo donde ha dejado su moto. Él se sube a la moto con su casco puesto y me entrega el mío.

— Okey, guapo. ¿Y ahora cuál es el plan? —le digo mientras me lo pongo, me subo a la moto y le rodeo por la cintura.

— ¿Qué te parece si vamos al parque urbano más grande de Estados Unidos?

— ¿Me piensas llevar a Nueva York a visitar el Central Park? —le digo divertida.

— No. Ese no es el más grande. El parque del que te hablo solo está a unos diez minutos en moto.

— Okey, cerebrito —apoyo mi cabeza con el casco en su espalda y noto como se ríe.

Tal como dijo Ales, tardamos unos quince minutos en llegar hasta el parque Balboa.

Era un auténtico paraíso. Lo más destacable, en mi opinión, son los campos verdes que forman el parque y la multitud de vegetación que había. Era muy agradable pasear de la mano con Ales por esos jardines.

Había muchas construcciones que mezclaban el estilo de la arquitectura antigua española y de América Latina. La mayoría de estos edificios eran museos que se encontraban dentro del mismo parque.

Ales me dijo que el parque contaba hasta con 15 museos. Tristemente no podíamos visitar todos. Así que decidimos ir solo al museo de Arte Timken. Este contaba con un montón de pinturas, esculturas y tapices. El guía nos contó  que provenían de la Putnam Foundation. Las obras eran de artistas europeos mayoritariamente, como el pintor español Murillo.

Cuando ya fueron las siete de la tarde decidimos que ya era la hora de volver al hotel.

— Ahora que me doy cuenta, nunca has conducido tú la moto y yo me he puesto atrás —dice Ales sacando los cascos.

Yellow Hearts 💛 // Tom HollandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora