┃Capítulo 139┃

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Cuando bajamos las escaleras noté que Mariana junto con Ari y Mario cargaban con unas bandejas con ensalada y otras con empanadas para llevarlas al jardín, donde habían dispuesto la mesa, o más bien dos mesas para todos. La noche siempre era fresca a comparación del día, y ya era una tradición comer en el jardín en las fechas especiales. O en este caso, una bienvenida.

Por fin pude conocer a la bebé de Mimi y la de César, la primera, Camila, era igual a mi amiga porque tenía los mismos ojos color chocolate y el pelo fino castaño oscuro, la segunda, Emma, también tenía los ojos y el pelo de César; no me animé a tenerlas en brazos más de un minuto, ya que temía no tener fuerzas en mis manos para sujetarlas... ambas eran pequeñas, pero regordetas e inquietas, un mal movimiento de mi parte y podría lastimarlas...

Y eso era lo último que quería en una fiesta que era para celebrar mi regreso.

Bae Hyun, por otro lado, no tenía la misma debilidad y sostuvo a las bebés por más tiempo... ejerciendo su encanto tierno sobre ellas que dejó cautivados a mis amigos... y a Mariana.

-Tiene buena mano con los bebés, ¿Uhmm?-comentó con una sonrisa. Ambas estábamos en la cocina, ya que decidí acompañarla para ayudarla a llevar los últimos vasos de vidrio, los cuales estaba lavando en el fregadero.

-Sí, no sé cómo lo hace, la verdad, pero cuando los bebés lo ven... se calman.

-Uhmm. Ellos son muy perceptivos, si se calman es porque saben que es una buena persona... y eso es muy tierno. Vos también te ves más calmada y feliz cuando estás cerca de él.

-Supongo que su magia no hace efecto solo en los bebés... ¿Estás llorando, Mari?

-No, qué decís, es la cebolla.-dijo, aunque la ensalada de tomate y cebolla ya estaba en el jardín.-me quedaron los ojos llorosos... ah... no te puedo mentir, querida, es que...

-¿Si?-pregunté con suavidad.

-Es que hace mucho que no te veía así... no es que pensara que ibas a quedar soltera toda tu vida... pero nunca nos presentaste a nadie... y estoy feliz que sea alguien tan bueno como él.

-Papá no piensa lo mismo, me parece.-no pude evitar añadir con una mueca molesta.

Cuando fuimos a la mesa a saludar a todos como era debido, seguía con esa actitud indiferente hacia Bae Hyun, y eso me pegó como una patada al hígado.

-Tenele un poquito de paciencia. No está acostumbrado a verte con alguien... y después de todo lo que pasó... bueno, está un poco... uhmm... sensible.

-¿Sensible? ¿Ignorar a mi novio es estar sensible?

Mariana me apaciguó con unas palmaditas en la espalda.

-Paciencia, corazón, paciencia. Dale un poco de tiempo para acostumbrarse a la idea.

El tiempo es demasiado tirano con los mortales, deseé contestar, pero no lo hice, sólo suspiré y opté por dejar pasar la charla para otro momento.

Llevamos los vasos a la mesa, ya la gran mayoría estaban sentados, sólo César y mi papá seguían de pie junto al asador, sacando la carne mejor cocinada y jugosa para servirla.

-¡Eeeh! ¿¡Sabés usar el cuchillo y tenedor!? Pensé que sólo comían con los palitos esos.

Marcos y Mario estaban frente Bae Hyun y yo, y cuando vieron cómo él manipulaba los cubiertos, se quedaron mirándolo como buhitos curiosos.

-Viví en Estados Unidos un tiempo-contestó él con una sonrisa-por eso aprendí a usarlos.

Mis hermanos se encargaron de hacerle conversación mientras comíamos, a veces se sumaban Lorena y Mimi, Ari se limitaba a charlar con Mariana o con César, que eran los que estaban más cerca, mi papá estaba en la punta de la mesa, como un buen patriarca, observando todas las interacciones a su alrededor sin intervenir salvo para avisar que la carne estaba lista y darnos la opción de elegir de la gran bandeja.

Mi nueva vida en Corea ┃Latinas en Asia┃FINALIZADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora