┃Capítulo 60┃

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Mientras caminaba de regreso noté mi cuerpo más ligero, como si pudiera bailar toda la noche y no sentir el cansancio. Y la sonrisa. No podía dejar de sonreír... y cuando me di cuenta que no podía dejar de sonreír me pregunté por qué no podía dejar de sonreír... un dilema bastante tonto, pero era inusual en mí.

El grito de Sun Hee rompió la esfera de irrealidad que me rodeaba.

-¡Qué susto!-chilló-¿por qué tienes la cara manchada?

Una de mis chicas golpeaba a la otra en la espalda porque no dejaba de toser, Go Hae Rin le acercó un vaso con agua y lograron recuperar la calma.

-Ah... yo... salí a tomar un poco de aire y me toqué la cara sin darme cuenta.

Mostré mis manos negras y todos asintieron, comprendiendo que debía estar demasiado inestable emocionalmente después de esa llamada como para no darme cuenta de lavarme las manos primero antes de salir... o siquiera antes de sujetar mi celular.

-Bueno... ¡A trabajar, a trabajar! Tratemos de terminar rápido así dormimos más horas.

Gracias a las manos extras pudimos terminar antes de las dos de la mañana, hay que considerar que había que limpiar todo antes de salir, así que oficialmente salimos a las dos y media. Cada uno llegó a su casa alrededor de las tres. Al día siguiente las chicas y yo habíamos dormido un total de tres horas, no era la primera vez pero el cansancio se sentía más pesado debido al estrés. Sun Hee tuvo que llamar a un proveedor y suplicarle que nos vendiera el fondant antes de las ocho de la mañana para tener más horas dedicadas a terminarlo. Ma Il y Jeon Ji se dividían entre ayudarme o atender a los clientes, pero por la mañana era la hora pico donde todos compraban panes dulces o salados antes de ir al trabajo, junto con una buena taza de café. Les dije que priorizaran a los clientes, el trabajo más duro ya estaba hecho: la estructura. La cobertura y los adornos eran mi especialidad...

-Me parece que me vas a deber un gran favor después de esto.-anunció Bok Su, entrando por la puerta trasera, muy cómodo y feliz a pesar de las pocas horas de sueño.

-¿Qué estás...?

-¿Comprobaste el fondant? ¿Es bueno?

-Yo... sí...-miré mis manos, que estaban dentro de un tacho blanco lleno de la masa de fondant ya teñido de negro. Este era como tenía ser; dulce y maleable.

-Bien, yo me encargo de estirar, y tú de acomodar.

-¿No deberías estar en tu pastelería?

-Pueden estar sin mí un par de horas. Tengo asistentes bastantes competentes.

-No lo dudo-sonreí, y a pesar que me incomodaba que invadiera mi espacio de trabajo, agradecía su ayuda de todo corazón. Sus manos eran rápidas y eficientes a la hora de manejar la masa, podías ver los años de experiencia... y muy probablemente de sudor y lágrimas fluyendo entre sus dedos.

Gracias a él terminé el trabajo sólo una hora después de lo acordado, Sun Hee ya nos esperaba con el camión para trasladar los dos vestidos que pesaban más de diez kilos cada uno. El traslado de la cocina hasta el camión era otro estrés que te generaba úlceras crónicas en el estómago, pero ambos vestidos llegaron a destino sin más contratiempos, y cuando regresé a mi departamento esa noche me dormí apenas mi cabeza tocó la almohada, prometiéndome por enésima no aceptar otro vestido así en lo que me resta de vida.

-¡Sun Hee!-chillé dos días después, en plena hora pico por la mañana.

Mi amiga se escudó tras Jeon Ji, que tenía sus hermosos ojos castaños llenos de miedo. Estábamos en la cocina, no tenían oportunidad de escapar.

Mi nueva vida en Corea ┃Latinas en Asia┃FINALIZADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora