┃Capítulo 144┃

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No esperé a que los chicos respondieran, sólo me levanté con mucho esfuerzo y arrastré mis pies descalzos por el piso, sujetándome de las paredes y sintiendo un sudor frío por todo mi cuerpo... a pesar que estaba sofocante como el infierno.

Golpeé la puerta de la habitación de invitados, la abrí sin esperar respuesta... y como supuse, los gemelos estaban jugando, se dieron la vuelta al instante.

-Llamen a papá. Ahora.-resollé.

Los dos quitaron sus auriculares gamer y se apresuraron para sujetarme de cada brazo.

-¿Qué pasa, Abi?

-¿Te sentís mal? ¿Es la bebé?

-Tengo contracciones, chicos.

Ambos empezaron a dar saltitos como si sus pies se estuvieran quemando.

-¿No es mejor llamar a una ambulancia?

-¡No! hasta que la ambulancia llegue Fiore ya se va a recibir de la universidad. Yo llamo a papá, Mario, vos buscá todas las cosas para llevar al hospital... el bolso de bebé y todo eso.

-Mejor voy a ayudarlo...

-No, Abi, es mejor que te sientes... nosotros nos encargamos de todo. Respira lento y profundo... sí... así... respira... y yo llamo a papá.

Marcos me ayudó a sentarme en una silla del comedor y buscó el celular en su habitación, pude escucharlo hablar con papá, informó la situación voz calma y firme, y del otro lado le contestó de la misma manera.

-Vienen en diez minutos, hermanita. ¿Cómo vas? ¿Te duele mucho?

Mis ojos ardieron por las lágrimas contenidas, acaricié sus rizos oscuros y rebeldes cuando se acuclilló para quedar un poco más a mi altura.

-Por ahora no, pero estoy segura que más tarde si me va a doler... si es que efectivamente es Fiore queriendo nacer.

-¿Llamamos a Bae Hyun?

-No hasta estar seguros... la otra vez se puso muy ansioso... e histérico.

-Me acuerdo de eso, nos llamó a todos para asegurarse de que no le ocultabas ningún síntoma para no preocuparlo.

Solté una risita al recordarlo, fue muy difícil calmarlo desde la distancia, no quería pasar por eso una segunda vez.

-¡Mario! ¡Es buscar un bolso, no Narnia, apurate!-alzó la voz para que lo escuchara... aunque no hacía falta.

-¡Estoy comprobando que esté todo de la lista! ¡Abi! ¿Es necesario llevar tanta ropita para Fiore? ¡Hay como diez bodys, gorritos y quince pijamitas!

-Prefiero llevar de más, por las dudas...

-Si vos decís... ¿Y las cuarenta toallitas femeninas...?

-¡Mario, si falta algo lo llevamos después, todavía tenemos que ayudarla a bajar las escaleras!

Sentí otro sudor frío al recordarlo, en las últimas semanas desarrollé un miedo atroz a las escaleras de mi edificio: temía no ver bien escalón (porque no puedo ver mis propios pies, tengo dar zancadas para darme cuenta que existen) y caer rodando por las escaleras... perdiendo a Fiore y todas mis ganas de vivir en el proceso.

Mario cargó un bolso en cada hombro, uno verde manzana, el de Fiore, y uno beige, el mío. Se calzaron con sus zapatillas deportivas y me ayudaron a ponerme unas de telas para mí, porque no toleraba otro tipo de calzado más armado, y usando sus hombros delgados como apoyo, salimos de mi departamento a paso de tortuga embarazada.

Mi nueva vida en Corea ┃Latinas en Asia┃FINALIZADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora