-Vamos, ambos necesitamos descansar.
Posó una mano en mi hombro y me guió hasta el ascensor para subir a la famosa suite. Ya en el piso tres, caminó delante y fue un trayecto demasiado silencioso. No tenía ánimos para charlas, de todos modos, pero este silencio era pesado, me sentía sofocada porque eran varias las emociones para procesar en un solo día... y por eso mismo no protesté tanto como debería. Digo, dormir en la misma habitación que el idiota, sea la situación que sea, era demasiado imprudente. Descabellado. Innecesario.
-Dormiré en el sofá, la cama es toda tuya.
Estaba tan insensible que no me dejé impresionar por la habitación y su lujo. Sólo puedo admitir que era cálida por la calefacción, y el tono blanco de las cortinas, el tapiz y el sofá, la madera del piso y los muebles de color caoba creaban un ambiente bastante acogedor. La cama era de dos plazas, ubicada en la esquina derecha de la habitación, simple y con muchas almohadas grandes, bien mullidas. Invitaban a hundirte en ellas y dormir setenta y dos horas completas. Recibí la invitación con gusto. Caí boca abajo, era una nube de algodón. Mi cama no era tan mullida como esta, sólo cumplía su propósito como cualquier mueble de la casa, pero esta... esta era el paraíso.
Pegué un salto cuando sentí las manos de Bae Hyun en mis hombros.
-No quería asustarte. Necesito mi abrigo...
-Ah-dije, y traté de no sentirme avergonzada. No me di cuenta que todavía llevaba puesto su abrigo, me acostumbré a su calidez y a su colonia cara.
-Gracias.
Él continuó sorprendiéndome mientras acomodaba para meterme bajo las mantas. Incluso me arropó y ayudó a que las almohadas estuvieran bien mullidas. A pesar de mantenerme insensible para no quebrarme, me conmovió su atención y su silencio. Era como si comprendiera que eso era lo que necesitaba en este momento.
Me dormí en un suspiro, y cuando desperté, todavía no había amanecido. La habitación estaba sumida en un silencio total, salvo por los leves ronquidos de Bae Hyun, quien estaba a pocos metros de distancia, en el sofá donde dijo que iba a dormir. Podía ver sus pies colgados en el posabrazos, y que usó para protegerse del frío el mismo abrigo que me ofreció.
Una fuerza ajena a mí... o quizás porque ya no podía conciliar el sueño y quería estirar las piernas, me llevó hasta él, sólo para ver cómo dormía; tenía el brazo doblado, su antebrazo funcionaba como almohada en la nuca, y se lo notaba bastante cómodo, a pesar de que el sofá era angosto para sus largas piernas.
Siendo sincera, no tendría que observarlo, sumaría más incomodidad a la situación, no obstante... era tranquilizante verlo dormir, como cualquier ser humano en este planeta, mostrando su lado tierno y no al típico idiota que me exasperaba...
De pronto, movió las piernas, y eso me provocó un gran susto, si abría los ojos iba a notar que lo estaba observando. No supe a dónde ir, sólo avancé de frente, como si caminara de casualidad para ir al baño (que no sabía bien dónde estaba) y pasó lo peor que puede pasarle a alguien que camina descalzo en la oscuridad...
Sí, golpearse el dedo pequeño del pie con la pata del sofá. Di el chillido digno de un sapucai(1) bien argentino.
-¿Qué, qué? –despertó Bae Hyun, bastante confundido. Yo estaba saltando en un pie, tratando de sujetar el que me golpeé. La cuestión era que me encontraba muy cerca de Bae Hyun y trató de levantarse, nuestros cuerpos chocaron y, de algún modo, terminé sentada en sus piernas, conteniendo más chillidos de dolor y sintiendo cómo latía mi dedo pequeño por el golpe.
-¿Qué intentabas hacer?
-Ay, no sé. Quería ir al baño.
-Y chocaste. Justo en mi sofá.
Lo miré, y noté que la distancia era demasiado... cercana. Me concentré en agarrar mi pie y no darle la importancia que debería.
-¿Te duele mucho?
Él, por supuesto, no compartía el pudor por nuestra repentina cercanía. Rodeó mi cintura con un brazo y se inclinó para ver mi pie.
-Uhm. No. Es el golpe.
-Aiigo, esta mujer. ¿Nadie te enseñó que no debes caminar descalza cuando está tan oscuro?
-No me hables como si no tuviera sentido común.
Traté de levantarme, pero su amarre me mantuvo en el lugar. Estaba demasiado interesado observando el dedo meñique mutilado por el golpe. Trató de tocarlo y pegué un brinco.
-¡No hagas eso, todavía me duele!
-Ya, ya –murmuró como si hablara con una niña pequeña- no parece roto, es apenas el dolor del golpe.
-Uhhm-suspiré. El latido era cada vez más pausado, si respiraba profundo, estaba segura que el dolor cesaría en pocos minutos.
Bae Hyun me levantó de sus piernas y me dejó con delicadeza en los cojines del sofá. No presté atención a dónde se dirigía. Sólo me quedé masajeando mi pie. No tardó mucho en regresar con una bolsita de gel frío, e hizo lo mismo que esa fatídica noche después del museo; se sentó, acomodó mis piernas en su regazo y colocó la bolsita de gel frío en el dedo meñique golpeado. Chillé un poco por el frío de la bolsita, pero debo admitir que ayudó a disminuir el dolor y el latido.
-¿Por qué siempre terminas en una situación en la que debo cargarte en mis brazos o curar tus golpes debido a tu torpeza?
Fruncí el ceño y gruñí:
-Uy, sí. Parece que naciste para asistir a damiselas en peligro como yo. Es evidente que estoy desesperada por tus atenciones.
Mi sarcasmo, en vez de enfurecerlo, lo hizo sonreír, y eso me perturbó.
-Esa es la Abi que conozco.
-¿Eh?
-Estabas tan triste hace horas, que creí que ya no volvería a ver ese fuego en tus ojos.
-¿Fuego?
-Sí. Me gusta verte enojada, es bastante entretenido. Tus ojos brillan y tus mejillas se inflan como si fueras un osito de peluche.
-¿Osito de peluche?
-¿Vas a repetir todo lo que digo?
-Sólo si sigues diciendo ese tipo de cosas. Realmente no sé qué esperas que conteste.
Su expresión era seria y pensativa, pero rompió la tensión con otra media sonrisa que logró perturbarme.
-Nada. Al menos por ahora. ¿Ya no te duele?
-No mucho.
Sacó la bolsita de gel frío de mi dedo, lo observó sin tocarlo y dio el visto bueno con un asentimiento de cabeza.
-Realmente me asustaste con ese chillido.
-Golpéate el dedo meñique del pie con una pata de un sofá y dime si no chillarías así.
Eso lo hizo reír, y mirarme a los ojos por unos segundos que se sintieron pesados y eternos. No me gustaba esta tensión, hacía que mi corazón latiera más lento. El tiempo podría detenerse, el mundo arder en llamas, y yo no podría hacer nada si él seguía con esa mirada.
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(1) Es un grito, bien desde el fondo del alma y se lo entona antes de una canción del folklore argentino.
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Mi nueva vida en Corea ┃Latinas en Asia┃FINALIZADA
RomanceTomar la decisión de mudarte a otro país no es fácil, pero Abril lo venía pensando desde hace tiempo, no porque le gustara los dramas y estuviera obsesionada con un grupo de K-pop que iba a separarse pronto... no. Quería una vida nueva, empezar desd...