┃Capítulo 112┃

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-Hola, Abi.

La sonrisa de Bae Hyun conservaba ese deje de tristeza de la noche anterior, tristeza y quizás un poco de esperanza.

Las palabras quedaron atoradas en mi garganta con una sensación de deja vu muy difícil de suprimir.

-Ho... hola.

-Una docena de galletas de miel, por favor.

Eso activó mi modo automático, me coloqué los guantes descartables y junté las galletas para ponerlas dentro de una bolsita de papel recicable.

-¿Algo más?

Mi voz sonaba sorprendentemente normal a pesar que por dentro todo mi ser estaba revolucionado.

-Otra docena pero de chocolate.

Otra vez mi cuerpo se movió de manera automática, quizás era un método de defensa para no procesar su presencia en mi negocio, ni su mirada atenta trando de descifrar cómo me sentía o si conservaba la capacidad de leerme como antes.

-¿Algo más?

-No... nada más. ¿Cuánto es?

-Cincuenta pesos.

Lo vi sacar la biletera del bolsillo de su tapado negro, mi atención se centró en sus manos, tenía los dedos largos y de uñas cuidadas. ¿Cuántas veces esas manos me habían acariciado antes de que todo se arruinara? ¿Pude sentir la calidez que desprendían en estas últimas horas? ¿Tenía sentido pensar en eso ahora?

-Esta vez tengo el dinero justo, ya aprendí mi lección.

Su intento de mostrarse simpático fue otra estocada a mi corazón herido, por fuera solté una risita suave, siguiéndole el juego mientras recibía el billete y le entregaba la bolsita con las galletas.

-¿Tus amigas te torturaron mucho anoche?

-No.

-¿Siguen odiándome?

-No puedo asegurarlo.-suspiré con pesar- Ari es la más terca pero...

-Se preocupa por tu bienestar.-dijo con una sonrisa, no había resentimiento en su voz, ni reproche, sólo una enterncedora calma.

-Sí... es como una mamá gallina sobreprotectora.

-Es una buena amiga.

-Sí, lo es.-me atreví a sonreír, pero sentí que el gesto quedó congelado, no supe qué decir para romper el silencio... y él no ayudaba mucho, tampoco parecía saber qué decir.

-Bueno... debo irme. Comeré estas delicias en el camino.

-Ah... uhm... me alegro que te gusten tanto.-mi voz tenía un tono nervioso que desconocí, quería salir de mi cuerpo, quería que él dejara de sonreír y de brindarme esa mirada que decía más que mil palabras.

-Siempre me gustarán.

Las palabras quedaron atoradas, me sentí incapaz de dar una respuesta coherente... pero lo intenté de todos modos:

-Las chicas en la pastelería de los Cha tienen la receta, seguro puedes seguir comprándolas ahí... además... crean postres muy bonitos, también puedes probar uno.

La ternura invadió sus rasgos, era la misma que uno hace cuando ve a una foca bebé.

¿Alguien quiere terminar con mi sufrimiento y lanzarme algo contundente? Un yunque, por ejemplo.

-¿Vas a estar bien, Abi? quiero decir... el ataque que sufriste anoche... ¿Es frecuente?

-¿El de anoche...? ¡Ah! Te refieres al ataque de pánico. Eh... no. Bueno, antes sí. Es una repuesta de mi cuerpo a eventos que ponen mi vida en riesgo, aunque no sea un riesgo físico específicamente. Es...-noté mi garganta seca y carraspeé-es algo en lo que trabajo día a día.

Mi nueva vida en Corea ┃Latinas en Asia┃FINALIZADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora