┃Capítulo 93┃

163 23 2
                                    

No mentiré, he tenido días malos en mi vida, a veces un día o dos, hasta me atrevo a decir que mi mala racha duró una semana completa...

Pero en mi estado actual, las primeras tres semanas no fueron malas sino: pésimas-dolorosas-angustiantes-me-siento-una-completa-inútil-quiero-rendirme-ya.

Tenía que aprender todo desde cero: cómo moverme, cómo respirar, cómo mantener una cierta estabilidad emocional... aunque en esto me ayudaba la psicóloga, una adorable mujer de cuarenta y tantos que no parecía de esa edad. En lo demás... y me refiero a todo, hasta ir al baño, me ayudaban Ari, Mimi, Sun Hee, y si Sun Hee les daba el día libre: Jeon Ji y Ma Il. César y Min Hyuk eran la fuerza bruta, por decirlo de algún modo, se intercambiaban el privilegio de alzarme en sus brazos para trasladarme a la silla de ruedas.

Era muy difícil ocultar cuánto me afectaba no hacer todo por mí misma, aceptaba la ayuda con una expresión resignada, las chicas lo notaban y trataban de distraerme hablando de cualquier cosa: a veces lo lograban, a veces no.

-Abii... hoy te ayudaremos con tu primer baño. ¿No estás emocionada?-Sun Hee trataba de ser la misma de siempre: alegre y chillona.

-No es por presumir, pero yo era la mejor en los baños de esponja, la enfermera Lee decía que era su mejor ayudante.-presumió Mimi.

Sun Hee y Ari protestaron e iniciaron una especie de riña que en otro momento me habría hecho reír mucho...

Pero ahora apenas tenía fuerzas para hacer eso, sonreír era una acción que consumía mucha energía que no estaba dispuesta a perder.

-Abi, corazón, ya te vimos todo, en realidad, pero no sé si la enfermera nos permitirá entrar a las tres en el baño.-Ari se acercó y me habló con voz suave, conciliadora.

-Está bien, no hay problema... ¿Y cómo es eso de que vieron todo?

-¡Yo no vi nada!-saltó Sun Hee-yo me encargaba del cabello, siempre te lo cuidaste muy bien, pero con mis productos está más liviano que una pluma...

-Bueno, siempre decíamos que los coreanos tienen los mejores productos de belleza, por eso le pedíamos a Abi que nos mandara muchas cremas...-comentó Mimi.

-Sí, yo la ayudaba con la búsqueda.

Continuaron la charla hasta que llegó la enfermera, quien se encargaría de ayudarme dentro del baño, y un enfermero, quien me trasladaría hasta ahí en la silla de ruedas. Esto fue en mi primera semana, todas tenían que ayudarme a sentarme, todas tenían que ubicar mis extremidades en la silla, hacían cosas que mis músculos agarrotados resentían.

El baño resultó ser una habitación lo suficientemente amplia para mi grupo de amigas, la enfermera y yo. No era seguro que me pusiera de pie, así que entre las cuatro me ayudaron a sentarme en un banco, el agua se deslizaría por mi cuerpo con la ayuda de una ducha de mano. La idea de este primer baño era lograr que me sintiera renovada y fresca, algo que las esponjas nunca lograrían... o eso decían, no estaba consciente cuando hicieron eso.

-Bien, Abi-ssi, procederé a quitarle la ropa, si se siente mareada o dolorida no dude en decírmelo, ¿Sí?

La voz de la enfermera Lee era dulce. Toda persona que hablaba conmigo, incluso los hombres y las chicas tenían ese tono suave como si hablaran con un niño que desconocía la realidad del mundo.

-Uhmm.-asentí como única respuesta, podían sentir las miradas de las chicas en mi espalda, esperando a que se les solicitara algo.

Mientras la enfermera me sacaba la parte superior del pijama de hospital pensaba en cómo antes rechazaría la idea de que ojos desconocidos vieran mi cuerpo, tenía ese lado introvertido y vergonzoso de la adolescencia. Ahora no podía tener ese privilegio de esconderme.

Mi nueva vida en Corea ┃Latinas en Asia┃FINALIZADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora