┃Epílogo┃

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Fiore encontró más dificultades de las que Bae Hyun y yo fuimos capaces de soportar, pero salió de todas de manera airosa... mientras que nosotros perdíamos varios años de vida a cada susto... nosotros y el resto de familia y amigos que se mantenían cerca ante cada eventualidad.

Especialmente cuando se trataba de las idas y venidas de mi departamento hasta el hospital, como me dieron el alta apenas cuatro días después de la césarea, no tuve otra alternativa que regresar, pero hacerlo sin Fiore fue un golpe que por poco me hace caer en un pozo depresivo sin retorno.

Bae Hyun estuvo ahí, esperando pacientemente, estirando la mano sin importar cuánto tiempo me tomaría salir... eso me dio la fortaleza para hacer lo que se me daba mejor: organizar horarios para visitar a Fiore, cuánto tiempo, cuándo iríamos juntos y cuándo por separado, porque uno de los dos tenía que dormir, a pesar de la ansiedad por estar cerca de ella... no podíamos descuidar nuestra salud, porque sería contraproducente para ambas partes.

El día que la pediatra consideró que Fiore ya podía resistir salir de la incubadora unos minutos para poder sostenerla en mi pecho fue la mejor noticia que nos dieron dos semanas después de su nacimiento, emplearían el método canguro por lo menos una vez al día, el contacto piel a piel con la madre la ayudaría a su recuperación, y me hizo sentir que por fin podía hacer algo por ella después de tantos días de solo ser una mera espectadora.

Bae Hyun también tuvo el privilegio de ejercer como papá canguro, la enfermera llevaba a una Fiore quejosa y molesta de que la sacaran del calor de la incubadora de la nada... pero se tranquilizaba al instante que Bae Hyun le hablaba y la sostenía contra su pecho.

Evidentemente su encanto con los bebés funcionaba también con su propia hija, eso sería una gran ventaja más adelante.

Nos dieron el alta oficial nueve semanas después, es decir, casi dos meses después del nacimiento, ambos tuvimos que pasar por la ansiedad por separación... y ahora la ansiedad porque ahora Fiore dependía total y completamente de nosotros. Nos entrenaron como a todos los padres de bebés prematuros en el hospital... y es un entrenamiento duro, que te hace consciente que debes ser capaz de enfrentar cualquier eventualidad con la cabeza en frío, porque cada segundo contaba y si se perdía uno... podía ser fatal para el bebé... no obstante, a pesar de ese entrenamiento, no podía evitar sentir ansiedad por otras cuestiones como si sería capaz de sostenerla cuando ganara más peso, temía que mis manos fallaran, desarrollé un temblor mayor a causa de toda la angustia en las últimas semanas...

Lo que significó más sesiones de terapia con la psicóloga, definitivamente sería su paciente para el resto de mis días.

No obstante, Bae Hyun encontró una solución a ese problema: los portabebés, lo podía usar incluso hasta que Fiore cumpliera los tres años.

Nunca sabré que habría sido de mí si él no estuviera a mi lado... aunque tuvo sus momentos de quiebre, como era de esperarse, logré representar lo que él era para mí cuando yo me quebraba: una fuente de amor y consuelo.

-Eh... sé que no debo molestar al conductor... pero creo que te equivocaste, este camino no lleva a mi departamento.

Si bien mi padre ya pasaba los sesenta, aún así gozaba de una buena vista y un sentido de la orientación... y más a plena luz del día, Bae Hyun, Fiore y yo íbamos en el asiento trasero de su auto, Fiore estaba en su silla especial para bebés, mucho más rellenita y vital que cuando nació, veía a su alrededor, igual que yo, sin comprender nada.

-Es el camino correcto, hija. ¿O no, Bae Hyun?

-Así es, suegro.-asintió él con una sonrisa.

Una sonrisa sospechosa que me hizo verlo con los ojos entrecerrados.

-Bae Hyun, no estoy para un juego de miradas misteriosas. ¿Dónde vamos?

Mi nueva vida en Corea ┃Latinas en Asia┃FINALIZADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora