┃Capítulo 44┃

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-Presidente Song.

El asistente de Bae Hyun, el mismo hombre que vi en el hotel el día del concierto de mis chicos apareció, y no parecía inmutado por la escena. Su jefe ni siquiera movió un músculo, mientras que yo trataba de mirar por encima de su hombro al asistente. Alcanzaba a ver su cara, y él me dedicó una reverencia.

-Presidente Song-repitió, pero no parecía importarle si el jefe le contestaba o no-traje sus cosas. Y si me permite le recordaré que la reunión con los accionistas será a las diez de la mañana. ¿Desea que pase por usted a las nueve y treinta, señor?

-Sí, Tae Hyung. Gracias.

Bae Hyun seguía sin moverse, y yo pegaba saltitos, agitaba los brazos, era inútil, ambos me ignoraban olímpicamente.

-¿Qué reunión? ¿Qué cosas?

El asistente arrastró una valija negra estándar hasta el lado de Bae Hyun, quien ya estaba en teoría dentro de mi departamento. Me dedicó una última inclinación de cabeza a modo de despedida y se fue. ¡Se fue!

-¿Te pusiste algo en ese moretón? Agh. Tendría que haber pasado por una farmacia...

-¡Ah, señor! Aquí tiene. –Tae Hyung regresó para dejar una bolsita sobre la valija, me miró con una sonrisa de disculpa-lo compré mientras usted subía corriendo las escaleras.

Eso logró que Bae Hyun me liberara y mirara a su asistente con sorpresa.

-¿Y cómo lograste subir tan rápido?

-Usé el ascensor, presidente Song.

-¿¡El maldito ascensor ya funciona!?

-Traté de avisarle, pero me fue imposible alcanzarlo, señor.

Una sonrisa bailaba en los labios de ese hombre cuarentón y bien parecido, y de algún modo resultaba contagioso, pero estaba demasiado conmocionada por todo.

-Gracias, Tae Hyung. Eres tan eficiente como siempre.-si Tae Hyung captó el sarcasmo en su voz, no lo hizo notar.

-Sí, señor. Vendré a buscarlo mañana por la mañana. Que pase una buena noche. Señorita Abi, buenas noches para usted también.

Esta vez cerró la puerta, no sin antes dedicarme una sonrisa muy sutil. Mi pánico creció, quería escapar, pero Bae Hyun seguía sujetándome por los hombros sin la mínima intención de dejarme ir.

-Será mejor ponerte el ungüento ahora.

-Bae Hyun-mi voz destilaba fastidio, horror y sorpresa en partes iguales- es un moretón, no una herida sangrante.

Él ni siquiera me escuchó, solo sacó el contenido de la bolsa, había un pequeño tubo.

-Ah, espera. Debo lavarme las manos primero, ahora regreso.

-¡Bae Hyun!-solté un gruñido de fastidio. ¡La pared me hacía más caso que ese idiota!-No puedes entrar a mi departamento así-lo seguí hasta el baño-y tampoco puedes exagerar de este modo. ¡Es un moretón, maldita sea, se irá en unos días!

Terminó de lavarse las manos, y se acercó para poner la crema en el golpe, pero detuve sus manos y lo miré a los ojos con la intención de atravesar esa neblina que le impedía ver la situación como yo lo hacía.

-Estoy bien. Mírame, Bae Hyun, no me pasó nada.

Algo en su interior pareció quebrarse, el suspiro que salió de sus labios fue una liberación de estrés que golpeó directo en mi corazón.

-Debí haber estado ahí-murmuró, acariciando mi mejilla con los dedos.-debí haber estado ahí para protegerte.

Una parte de mi pensó que debía sentir ternura por su declaración y por la emoción en su voz, pero sólo sentí pánico.

Mi nueva vida en Corea ┃Latinas en Asia┃FINALIZADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora