┃Capítulo 61┃

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-¿Cómo soportas no verlo? Yo no puedo pasar un día sin ver a mi Hong Bae.-suspiró Sun Hee, llena de amor al día siguiente.

La conversación había surgido de la nada, prácticamente, ella me preguntó si sabía algo de Bae Hyun, y yo le contesté que hablaba con él por celular después de trabajar.

-Bueno... está ocupado en su trabajo.

-Lo sé, y también has estado ocupada estos dos días. Pero aún así... ¿No lo extrañas? ¿Aunque sea un poquito?

Recordé lo que sucedió tres noches atrás, cuando me lancé a él y le dije que lo había extrañado. Todo el calor subió hasta mi cara y carraspeé, evadiendo la mirada de mi mejor amiga.

Pero por supuesto, a ella no se le escapaba nada.

-¡Sí lo extrañas, maldita sea! ¿Por qué no vas a verlo en el almuerzo?

-¿Verlo dónde?

-En su oficina, tontita. Es más... ¡Puedes darle una sorpresa si vas sin avisarle!-el brillo de entusiasmo en sus ojos me dejó ciega. Traté de retroceder, pero era imposible huir de ella cuando algo se le metía en la cabeza.

-¿Pero si está ocupado...?

-Por eso vas durante el descanso para almorzar. Tae Hyung procura que no se saltee el almuerzo, ni una sola vez. Puedes llevarle una docena de sus galletas favoritas.

La idea empezó a influir con más fuerza en mi cabeza. Él siempre me sorprendía, siempre estaba un paso por delante de mí si hablamos de dejarme sin habla y con el corazón desbocado. Quizás era el momento de ser un poco más impulsiva... no tanto como para perder mi esencia, pero tener detalles lindos con él no era algo... malo, o que me costara horrores hacer. Bueno, sí, me apenaba, todo mi ser bullía de energía nerviosa, pero... ¿No se trataba de eso estar en una relación? Un intercambio equivalente: me das algo y yo debo darte algo de igual valor.

-Eh... yo... en realidad no sé dónde trabaja.

Sun Hee pestañeó dos veces antes de decir:

-¿Nunca se lo preguntaste?

-No.

-Bueno, es tu oportunidad para saber dónde queda su oficina.

-Pero... ¿Y si está ocupado?

-Al menos lo verás unos minutos. Cuando Hong Bae y yo estamos tan ocupados que no podemos pasar el día juntos o tener una cita... aunque sea unos minutos para saludarnos y darnos un besito es suficiente.

Recordé cuando Bae Hyun vino a entregar el pollo y luego se fue sin despedirse, y yo cedí al impulso de ir tras él para verlo... fue un buen momento, verlo me llenó de vitalidad. Quizás él necesitaba un poco de esa vitalidad para soportar el resto del día.

-Bueno... iré a verlo durante el almuerzo.

-¡Esa es mi Abi!-celebró dándome un abrazo amistoso por los hombros. Yo sólo pude reír y suprimir los nervios que amenazaban con abrumarme.

El descanso para el almuerzo para la mayoría de las empresas era a la una de la tarde, así que salí de la pastelería a la una menos veinte minutos, aunque no consideré el tráfico y llegué diez minutos después de la una. El edificio donde trabajaba Bae Hyun era uno imponente, de setenta pisos. Los ventanales de vidrio reflejaban la luz del sol después del mediodía, y la entrada estaba rodeada por unos setos verdes. Toda la fachada en sí era un himno a la arquitectura moderna y a la elegancia. Traté de no sentirme intimidada por eso, pero era difícil, los lugares demasiado elegantes con personas que se vestían de la misma manera me generaban mucha ansiedad. Podrán decir que sufría una especie de complejo de inferioridad, y quizás es cierto, pero los desafío a estar en un lugar lleno de personas que parecen salidas de una revista de modas, todas pulcras y sofisticadas, y díganme si no sufrirían un ligero ataque de pánico.

Mi nueva vida en Corea ┃Latinas en Asia┃FINALIZADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora