┃Capítulo 34┃

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Por suerte Bae Hyun no insistió y se preparó el café solo, dejándome a mí con loca carrera de ir y venir en la cocina, preparando de dos a tres recetas a la vez. Ni siquiera noté cuando Jeon Ji volvió con su bebé, llorando a viva voz de nuevo, pero Bae Hyun ejerció su magia una vez más y lo llevó hasta el almacén para que Jeon Ji atendiera los clientes en el mostrador. La hora pico de clientes era alrededor de las diez de la mañana, en este intervalo de ocho a diez la ciudad no estaba tan activa. La única que bullía en actividad era yo, y Jeon Ji acudía para ayudarme cuando terminaba de atender a un cliente.

-¿Tae Min está bien?

-Sí... está con el señor Song.

-¿¡Él todavía sigue aquí!? –chillé, y Jeon Ji retrocedió, sorprendida.

-Sí... ahí, en el almacén.

Me concentré tanto en el trabajo, que no recordé que él no salió de ahí desde hace un buen rato...

-¿Hola? ¿Alguien? –llamó un cliente. Jeon Ji se disculpó y fue a atenderlo.

Yo no pude más con mi curiosidad, y fui a ver a Bae Hyun. La escena me dejó pasmada varios segundos. El pequeño Tae Min estaba en mi catre, con su mantita de azul y de ositos marrones bajo su cuerpo, rodeado por mis dos almohadas, formando una especie de barricada que protegía su cabeza y su costado izquierdo. Su costado derecho estaba protegido por el brazo de Bae Hyun, quien estaba dormido sobre él, sentado en el piso.

De hecho, ambos estaban profundamente dormidos. La respiración del bebé era suave y armónica, acompañando la de Bae Hyun.

-Señorita Abi, ya no hay galletas...

-¡Ssshhh!-chisté, por puro instinto. Jeon Ji se tapó la boca, dándose cuenta de la situación y quedando tan pasmada por la escena como yo. Pero luego sus ojos se llenaron de tanta ternura que me hizo sentir incómoda.

-Voy a despertarlo.-susurré.

-¡No!-susurró más alto.

-No a Tae Min, a Bae Hyun. Él tiene trabajo y no puede...

-Uhhmmpph. –él se removió, y cuando levantó la cabeza su cuello hizo un ruido muy doloroso. Tae Min movió sus piecitos, despertando con más suavidad, aunque sus ojos delataron que no estaba muy seguro de dónde estaba. Jeon Ji se apresuró antes de que lanzara el llanto desconsolado.

-Ssh, ssh. Bebé bonito. Aquí está mami. Ya es hora de comer.

Eran las nueve de la mañana, por supuesto que era la hora de comer del bebé, reflexioné. Bae Hyun se retiró y le dio el lugar para que ella se sentara en el catre y le diera el pecho. Cuando él se percató que mi compañera se levantaba la blusa para descubrir su pecho, salió con mucha prisa del almacén para darle privacidad.

-Muchas gracias por cuidar de Tae Min, señor Song Bae Hyun-dijo ella, subiendo un poco la voz para que la escuchara desde la cocina.

Él carraspeó y su voz sonaba algo rasposa cuando contestó:

-Sí, no fue nada. Uhm. Es un bebé bastante tranquilo.

Jeon Ji rió con agrado, y miró a su bebé, que se alimentaba de su pecho. Había tanto amor en ella que dolía verla.

-Cuidaré del mostrador hasta que termines, Jeon Ji. Faltan diez minutos para las galletas y el pan. No se te ocurra sacarlos sin que yo esté ahí, ¿Entendido?-le advertí con una sonrisa. Ella asintió en respuesta y salí del almacén para encontrarme con Bae Hyun, que estaba un poco sonrojado por casi ver el pecho desnudo de mi compañera.

-¿Estás riéndote de nuevo?

-Sí-admití sin poder contenerme-pero ya, en serio ¿No se te hace tarde para ir a trabajar?

Mi nueva vida en Corea ┃Latinas en Asia┃FINALIZADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora