┃Capítulo 78┃

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Él ya me vio como Dios me trajo al mundo esa misma mañana, así que la ropa interior no debía ser una gran sorpresa.

-Eres... hermosa. ¿Lo sabías?

-No... no es algo que tenga mucho en cuenta, la verdad.-me encogí de hombros, como restándole importancia, pero por dentro estaba temblando.

La sonrisa que él me brindó fue tan luminosa, era capaz de espantar mi oscuridad.

-Creer que eres hermosa no te hará daño, bonita.

La mano que posó en mi cintura era cálida, me ayudó a recostarme sobre la cama a lo largo, una vez que acomodé la cabeza sobre la almohada, él empezó a desabrocharse la camisa a una velocidad tortuosamente lenta. Me recordé que tenía respirar, y lo intenté, de verdad que lo intenté, pero él no me dio tiempo para concentrarme en mi respiración y los latidos acelerados de mi corazón, porque cuando terminó de desabrocharse la camisa se ubicó encima de mí, recargando el peso del cuerpo en sus codos para no aplastarme. El calor que emanaba me estaba sofocando.

-¿Nerviosa?-preguntó con suavidad. Tanta que mi corazón se estrujó.

-Uhm.-asentí.

-Ha pasado mucho tiempo para ti... todo va a estar bien, Abi.

-Lo sé...-tomé valor y posé mi mano en su mejilla, sus ojos se abrieron, sorprendidos por mi gesto-no podrías hacer algo para herirme... ahora lo sé, Bae Hyun.

Las palabras no dichas, él las comprendió, o espero que las comprenda. Le estaba entregando mi confianza, y no es algo que entregue tan fácilmente.

Los miedos y los nervios que antes invadieron mi mente, poco a poco fueron esfumándose gracias a los besos y caricias de Bae Hyun. Sentí que podía ser libre por fin, reprimir lo deseos por tanto tiempo crea una armadura que te aleja de todo y de todos... también te aleja de tu verdadero ser. Él me estaba liberando, no encuentro otro modo para describirlo.

Acarició y besó todo lo que tenía a su alcance, incluso lo que no. Desde gemidos suaves a gemidos de súplica que nublaron todo mi sentido racional, y él no alargó mi sufrimiento.

Pero yo sí lo vi sufrir, trataba de no invadir mis profundidades de una sola vez, quería que me acostumbrara, ya que había pasado mucho tiempo. Eso me conmovió hasta el alma, quería evitarme el dolor y la incomodidad. Sonreí con toda la ternura que mi corazón guardaba sólo para él y sequé el sudor de su frente, acaricié las venas que sobresalían por el esfuerzo, eso pareció calmarlo, ya que soltó un suspiro que refrescó mi piel sudada y liberó toda la pasión contenida, una que me hizo flotar en las nubes más altas para después hacerme caer... pero fue una caída hermosa, no podía respirar, él tampoco, pasaron varios segundos hasta que tuvo la fuerza para apartarse y quedar justo a mi lado, me sentí abandonada por un momento hasta que me abrazó, me acunó justo en su pecho. Fue un abrazo que casi me hace llorar, este gesto fue incluso más íntimo y arrebatador.

-¿Estás bien?

-Sí.-salí del refugio de su pecho para verlo a los ojos.-¿Tú?

Su sonrisa iluminó la penumbra.

-Bien. Sólo dame unos minutos para recuperarme.

-¿Recuperarte...? ¿No vas a dormir?

-Me parece que no recuerdas lo que prometí esta mañana.

-¿Prometer?

Él no tuvo compasión de mi confusión, seguía sonriendo, esta vez con una luz más pícara y salvaje en sus ojos oscuros, mientras se colocaba encima de mí otra vez.

Mi nueva vida en Corea ┃Latinas en Asia┃FINALIZADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora