┃Capítulo 95┃

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Al día siguiente desperté más determinada, no quería sumergirme en el dolor y en la incertidumbre por el futuro, sólo me quedaba vivir el día a día: fortalecer mis piernas, brazos y tratar de mover mis dedos... esto último era lo más difícil de todo el proceso: solo estirar la mano implicaba mucho esfuerzo tanto mental como físico, no obstante, conforme los días pasaban, ya me costaba menos.

Cinco días más tarde ya tenía las fuerzas para mantener el peso sobre mis pies sin ayuda. O casi. No podía sujetarme de las barras, dos tenían que sujetarme por debajo de mis axilas para poder avanzar. Mis piernas dolían, se sentían pesadas, no obstante, cada pequeño paso era uno más cerca de la recuperación... y de mi independencia.

En el sexto día me dieron la oportunidad de avanzar más pasos, fue el ejercicio más extenuante de esa semana y caí rendida en mi silla de ruedas.

-Cada vez lo hace mejor, Abi-ssi.-me felicitó el fisioterapeuta con una sonrisa sincera. Yo seguía tratando de regularizar mi respiración. Dio por finalizada la sesión y el enfermero empujó mi silla de ruedas hasta la habitación. Pude escuchar a Sun Hee del otro lado, le hice una señal para que se detuviera unos segundos. Parecía que hablaba por el celular...

-No puedes hacer esto, Bae Hyun. Ella pregunta por ti todos los días. No puedes decir que no has visto sus mensajes... No. Ya no te cubriré. Si no tienes las pelotas para venir a verla, díselo, ya ha sufrido bastante. No permitiré que la lastimes... no... ¡No me cuelgues, idiota! Aggghh.

Miré el celular entre mis piernas, siempre lo llevaba conmigo, por si acaso. No necesitaba desbloquearlo y ver los mensajes que le envié... no hace falta decir que ninguno fue leído. Tenía que agradecer a Bae Hyun por su amabilidad de no clavar el visto.

-¡Ah! Abi, amiga ¿Cómo te fue en tus ejercicios hoy?

Me dolió ver cómo mi amiga se secó rápidamente las lágrimas de furia para luego forzar una sonrisa alegre, como si nada hubiera pasado.

-Bien. Ya puedo permanecer de pie más de un minuto.

El brillo de alegría no fue forzado, chilló, como la Sun Hee de siempre y corrió para darme un abrazo bien cuidadoso. Evadió el tema de Bae Hyun, como siempre, de manera muy épica. Sólo podía hablar de él con total libertad con mi psicóloga.

-Es muy probable que él no pueda verla, Abi-ssi.

-Me vio en mis peores momentos.-no pude evitar que la amargura se deslizara en mi voz.-mucho antes del accidente. No contesta mis llamadas ni mis mensajes. No pido que esté pegado a mí todo el día... sé que él tiene mucho trabajo... y valoro que sea tan dedicado... pero... ¿Tan difícil es contestar un mensaje?

Otra vez me costaba oxigenar mis pulmones. El dolor en mi corazón quemaba.

-Hay personas que no pueden manejar ciertas situaciones, pero eso no hace que abandonen a otras personas o dejen de quererlas... quizás él necesita tiempo, igual que usted, Abi-ssi, para sanar sus heridas.

El dolor en mi corazón no solo ardía por la decepción y la tristeza, ahora la amargura estaba contaminando cada fibra de mi ser.

Y odié eso, porque restaba energía que necesitaba para rehabilitarme. Si Bae Hyun no quería estar conmigo ahora... ¿Debería culparlo por ello? ¿Debería exigirle que esté a mi lado?

No. Así como era celosa de mi independencia... entendía que los demás también necesitaban su espacio.

Pero ciertamente se me haría difícil perdonar su ausencia y su falta de voluntad para contestar los mensajes de voz y los de texto.

Me llevó seis semanas recuperar las fuerzas suficientes para caminar por mí misma. Mis manos eran otro asunto, por supuesto, podía estirar los dedos... pero doblarlos requería el doble de esfuerzo y lágrimas de dolor de mi parte... todo eso para ser capaz de sujetar cosas.

Mi nueva vida en Corea ┃Latinas en Asia┃FINALIZADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora